¡Atrévase a cerrar el Congreso, señor Presidente!

 

Martín Vizcarra se debilita y está en caída libre en las encuestas de aprobación. Aconsejado por sus asesores, para evitar la debacle total desarrolla otra etapa de su estrategia de confrontación con un Congreso desprestigiado, esta vez sobre la bendita reforma política.

La confrontación es atizada por los medios tradicionales que son subsidiarios del Estado a través de dinero público, también por la izquierda parlamentaria apéndice del Ejecutivo, por los trolls palaciegos y por analistas a sueldo.

La desesperación hace aparecer a Vizcarra en el Congreso junto a sus ministros  para que en una conferencia improvisada señale que no hay voluntad política del Congreso.

Entre las razones expuestas por el presidente se sobreentiende que está el rechazo democrático del Parlamento a que sea el Poder Judicial el que retire la inmunidad a los congresistas. Defender la inmunidad es una razón democrática. En la Venezuela de Maduro el Tribunal Constitucional acaba de retirar la inmunidad a un puñado de congresistas opositores que ahora están encarcelados.

Vizcarra está jugando con fuego y llevando la relación con el parlamento al extremo. Para tapar la incapacidad de su Gobierno necesita “pechar” al Congreso, con el aval de los medios y de las bancadas de izquierda. Mientras Vizcarra juega al “cesarismo”, en el Perú real se sigue organizando una resistencia que se puede desbordar por la izquierda o la derecha, ambas radicales.

Vizcarra sabe que el cierre del Congreso es una posibilidad que está en las cartas, pero para que ello suceda las estrellas de la legitimidad deben estar alineadas. Pero si Vizcarra no cerró el Congreso cuando su aprobación bordeaba 70% ¿lo hará ahora cuando tiene un poco más de 40%?

Cerrar el Congreso es abrir una caja de Pandora. Ni el mismo Vizcarra ni mucho menos sus asesores saben qué viene luego.

Es imposible equiparar el momento actual con el momento en el que Alberto Fujimori dio el autogolpe. Hoy el Perú es un país de clases medias emergentes como jamás en la historia republicana.

Pero además cerrar el Congreso pasa por el visto bueno de los militares. Se abriría un ciclo cívico militar en el que las Fuerzas Armadas volverían a mancharse.

La “base social” de Vizcarra son los medios tradicionales y las encuestas, que en cualquier momento lo van a abandonar. Si no, pregúntenle a Fujimori. Si Vizcarra cierra el Congreso le espera la fría cárcel, pero sobre todo un futuro negro. Y aún si postulase y ganase en el 2021, en el 2026 empezará su calvario.

Ahora, ¿por qué Vizcarra cerraría el Congreso? ¿Solo porque quiere aplausos? Quizá en el fondo lo que Vizcarra quiere es tapar la corrupción del establishment, en la que él está metido como miembro y parte del club de la construcción.

¡Adelante, señor Presidente, cierre el Congreso! Si es que puede, claro.