Jorge Varela
Así se ve el ocaso democrático
Erosión, recesión, regresión
Muchos ciudadanos latinoamericanos sienten que viven en democracia hasta que se percatan que ésta yace en el suelo, desmoronada y destruida en sus cimientos; pero ya es demasiado tarde.
Los profesores Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, de la Universidad de Harvard, en su conocido libro Cómo mueren las democracias, sostienen que éstas pueden fracasar a manos de líderes electos, no de generales o sargentos. “Las dictaduras” en forma de fascismo, comunismo y gobierno militar, “han desaparecido”. Ya “no hay tanques en las calles”. Aunque los casos de Venezuela, Nicaragua y Bolivia, muestran lo contrario: Chávez, Maduro, Ortega y Evo han sido expertos en utilizar el aparato institucional y militar para asesinar a la madre democracia.
Fases y características de desarrollo democrático
Las democracias pueden ser calificadas desde la perspectiva de su desarrollo histórico o de su línea de crecimiento, como: nacientes, púberes, maduras, añosas; o diagnosticadas a partir de su estado de salud como robustas, débiles, lánguidas, decadentes, enfermas, agónicas, antes de llegar al momento trágico de su extinción. Las fases y características anteriores son compatibles con su vinculación a una determinada raíz e identidad ideológica-valórica: liberal o conservadora, representativa o directa, progresista o tradicional, secular o religiosa, abierta, plural, inclusiva o circunscrita, real o formal.
La terminología que acompaña al concepto democracia a través del tiempo es vasta y exuberante: democracia capitalista, burguesa, democracia socialista, popular, participativa, nacional, global. En los últimos años, a partir de Chantal Mouffe y Ernesto Laclau ha brotado una expresión alternativa: es la llamada ‘democracia radical’, entendida como superación de la democracia liberal representativa. Sectores de la izquierda contemporánea carentes de afecto popular, han encontrado en ella -al fin- un nuevo fetiche para acariciar en noches de insomnio.
La vía electoral autoritaria
Lo que no se dice es que mientras ésta y otras ideas nacen en el laboratorio de los teóricos, su aplicación se empequeñece al enfrentar la real-realidad de las angustias y dolores de la gente.
“Las democracias se erosionan lentamente”, de modo casi imperceptible. “En la actualidad el retroceso democrático empieza en las urnas”, han escrito Levitsky y Ziblatt. Según señalan, “los autócratas mantienen una apariencia de democracia, a la que van destripando hasta despojarla de contenido”. (Introducción a “Cómo mueren las democracias”) “La paradoja” es que “los asesinos de la democracia utilizan las propias instituciones de la democracia de manera gradual, sutil e incluso legal para suprimirla”, Se declaran respetuosos de la libertad, del derecho y la institucionalidad, pero actúan como dictadores astutos al transitar hacia el totalitarismo absoluto por la vía electoral.
La democracia será moral o no será
Aquí hemos arribado finalmente a una premisa básica que es requisito, condición, modo y fundamentación existencial: la democracia –venida a menos, a punto de derrumbe, pero necesaria– requiere de un espíritu que la nutra, que la sustente, que le dé razones para ser, Ese espíritu vital es de naturaleza intrínsecamente ética.
Puede extrañar a muchos que se aluda a esta exigencia de una democracia moral: un deber-valórico que no aparece normado en las Constituciones, precisamente en momentos que quienes carecen de estatura para cumplir este mandato no explícito, debieran ser sus principales custodios. La libertad, la justicia y la solidaridad solo son posibles de lograr en una sociedad (comunidad) que conviva en un ámbito de democracia moral que cobije estos valores y no los triture.
Si quienes han sido elegidos para gobernar no son capaces de hacerlo con eficacia mediana, si sus comportamientos y actitudes son políticamente cuestionables y moralmente reprochables, no esperemos sentados en la azotea que la democracia desfalleciente -camino al cadalso- pueda salvarse así misma. Tampoco esperemos que no haya castigo legítimo para los detentadores impuros del poder que se enredan en su postura y se sumergen en la mentira hasta perder la conciencia. Cuando estos personajes se creen seres superiores lo aconsejable es estar atentos para sancionar sus arbitrariedades y atropellos a la dignidad de las personas.
¿Recesión o regresión democrática?
En países cercanos líderes irresponsables, inconscientes, amorales, han cocinado su democracia a fuego lento, en otros lo han hecho a todo fuego. Esto último fue lo que se intentó en Chile ese calcinado octubre de 2019, aunque lo nieguen aquellos que bidón y cerillas en mano encendieron fogatas y quemaron las estaciones del Metro, calles, edificios, iglesias y comercios.
Larry Jay Diamond, profesor de sociología en la Universidad de Stanford, opina que nos hemos internado en un período de recesión democrática. ¿No será, para ser más exactos, que la democracia como sistema se encuentra en pleno período de regresión? Una regresión que podría ser difícil de contener y quizás inclusive de revertir.
Si el ‘octubrismo’ chileno no fue una regresión, ¿qué fue? Después de aquella revuelta, ¿era posible esperar un final diferente?
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