Aprovechemos la palanca agraria-minera para superar la crisis

Hace más de 40 años prevalece la tendencia pro mercado libre, amarrado con grupos de poder en el sistema estatal, no solo el Ejecutivo, por sobre grupos que demandan variadas formas de intervencionismo estatal. No se ha realizado una economía-social-de-mercado, menos aún una socialista, que muchos temen y otros ahora ya no saben en qué consiste. Desde la gestión ministerial de Javier Silva Ruete, en el Gobierno de Morales Bermúdez, se han sucedido acuerdos con el FMI y el BM en la política económica y financiera. La Constitución vigente es su respaldo. Se advierte una nueva casta, una suerte de puerta giratoria, la sucesión y renovación de un conjunto de personas en puestos públicos claves, empresas, universidades, institutos de investigación, encuestadoras y estudios de abogados, en rotación entre el sector privado, las entidades públicas en lo interno y en lo externo organismos internacionales gubernamentales y no gubernamentales. 

Pocos se declaran aún en favor de cosmovisiones de socialismo de Estado con dictadura de partido único. La realidad mundial no ayuda a sus sueños y deseos. En Europa Occidental hay Estado, sin duda del más avanzado capitalismo, que está recurriendo a medidas de intervencionismo estatal y economía mixta que como en otras crisis dará salvatajes financieros a la banca y conglomerados empresariales, claro, con los impuestos de todos, o bien se comprarán empresas a precio de quiebra para después revenderlas. Hay variaciones de intervención. A esto se le enmarca como economía social de mercado, al menos en Europa occidental.

La pandemia ha causado daños muy serios, ha permitido ver la radiografía y funcionamiento del modelo de crecimiento desigual y combinado, no propiamente desarrollo humano, impuesto sobre todo desde 1993. Es factor catalizador de acciones en favor y contra del modelo económico y del sistema institucional y de normas inseparables del mismo. 

Mientras se despliega este universo de complejidad creciente con actores formales e informales desde lugares que antes no se les asignaba importancia y hoy son espacios de inversión, es necesario identificar soluciones de carácter e impacto multiplicador. 

Aun con fallas y limitaciones que conocemos y están en proceso de superación, los sectores minero y agrícola mejoran el empleo seguro y digno, producir para consumo interno de familias y empresas, aumentar la ventas a mercados externos. 

El Perú debe cuidar y aprovechar racionalmente los recursos naturales. Evidentemente, hay una agenda de problemas en minería, agro, bosque, pesca, energía y comunicaciones que se va a abordar simultánea y progresivamente porque la vida de peruanos y el patrimonio de biodiversidad que no es nuestro sino de las generaciones futuras debe ser bien cuidado y aprovechado. Hay áreas del Perú que tienen más degradación ambiental y que empeorará con la pandemia. Los ilegales siguen haciendo destrozos en las tres grandes regiones naturales y sus principales recursos. De hecho se ayudan entre sí, por ejemplo tala ilegal con narcotráfico en varios departamentos y con países vecinos. Este es uno de los problemas de seguridad internacional que no puede esperar más.

Hay talentos individuales, grupos internos y externos afines, gubernamentales y no estatales, para trabajar en el tormentoso y aún desconocido mundo post pandemia que verá agravar, ya hay evidencias, el cambio climático, el estrés hídrico, el desbordamiento popular por demandas imposibles de satisfacer dentro del modelo nacional y mundial prevalecientes.

La alianza y trabajo conjunto de productores, consumidores y ciudadanos conscientes de la Casa Común, en el agro, la minería, la forestería, la pesca, desde abajo y desde instancias nacionales y mundiales, tiene fundamento por una civilización solidaria, no del desperdicio, como se expresa en la Laudato Si y en importantes decisiones mundiales del sistema de las Naciones Unidas (ODS), grupos de países y científicos de diversas ramas del saber.