Al día siguiente de la vacancia

Mañana se sabrá si el presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK) sigue manejando las riendas del país, si Martín Vizcarra asume el reto, si efectivamente Mercedes Aráoz y todos sus ministros deciden alejarse del cargo para no volver o si eventualmente se produce la asunción a la primera magistratura de Luis Galarreta. No existe traición en aquello que está establecido en la Constitución.

Mañana, también se sabrá si Kenji Fujimori terminará de derrotar a Keiko y continúa el drenaje de Fuerza Popular. Es curioso que ninguna encuestadora haya preguntado a la opinión pública sobre una eventual postulación de Alberto Fujimori en el 2021. Total, Inácio Lula Da Silva, el gran operador político de las empresas brasileñas en Latinoamérica y África, también piensa tentar nuevamente la Presidencia antes de que la justicia carioca lo alcance.

Mañana no, pero más adelante sabremos la decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) respecto del indulto humanitario de Alberto Fujimori. Si la CIDH confirmase que el indulto otorgado por PPK resulta inobjetable, Alberto tendría el camino libre para su reivindicación histórica, más allá de las apetencias de cada uno de sus hijos.

Hoy, luego de poco más de 18 años, las condiciones políticas parecen haber empeorado. Antes la oposición acusó al fujimorismo de los años noventa de ser la fuente de todos los males de la República. Los “honestos” se atrincheraron de un lado y del otro solo quedaron los “corruptos”. A decir de las informaciones periodísticas y los trascendidos a cuenta gotas de diversas instituciones autónomas, hoy la corrupción se habría posicionado a ambos lados de la mesa. La indignación del ciudadano configura la sensación de vivir atrapados bajo los designios de una clase política que en lo último que piensa es en el país.

Mañana el grito de “que se vayan todos” terminará ahogado o asfixiado, sin aliento alguno. Si PPK permanece en el poder será como ganó el 2016, “por un pelo”; pero esta vez por obra y gracia de Alberto y Kenji. Mañana Keiko le dirá hasta aquí nomás a su padre y hermano. Y quizás más adelante, por obra y gracia de Alberto y Kenji, no se prosiga con la investigación de lavado de activos a otros miembros del clan.

Mañana, también, se producirá una de las mayores desazones políticas del presente siglo. Para la percepción popular, el crimen quedó sin castigo en cada lado de la mesa. La reserva moral habrá quedado exhausta porque el poder de la corrupción se ha impuesto, más allá de lo que digan los hechos y las conclusiones finales de las investigaciones. Y aunque las honras queden manchadas, la oportunidad de sancionar los delitos habrá pasado.

Mañana, además, también es un día para la reflexión y para explicar en diálogo familiar qué ocurre en el país y en otras partes del mundo. La política, como toda actividad, requiere financiamiento, por lo que se deben transparentar todos los aportes y dejar que todos los interesados lo hagan, sea que fueren personas naturales o jurídicas. La defensa de intereses es legítima y hay que aceptarla como tal para evitar precisamente los subterfugios.

Mañana, debemos decirle a nuestros jóvenes que no hay personas, instituciones ni sociedades perfectas. Hay personas que yerran, pero esas mismas personas también registran aciertos. Qué resultó más beneficioso para el país es lo que debemos valorar, y ser magnánimos con aquello que resultó perjudicial.