Davis Figueroa

Al borde del suicidio colectivo

Pedro Castillo y el desbarrancadero socialista

Al borde del suicidio colectivo
Davis Figueroa
20 de abril del 2021


“Si tiene ganas de llorar, llore que eso no cuesta. Aunque después
quién sabe. Y váyase preparando porque el aire también lo va a tener que pagar:
a las Empresas Públicas. El recibo se lo van a echar por debajo de la puerta,
como el del predial, el de la luz, el del agua, el de la basura, viva o no viva, tire
o no tire, gaste o no gaste. Por debajo de la puerta de su Casablanca hermosa
irán entrando como culebras venenosas. Mes con mes, año con año. ¡O qué!
¿Cree que va a seguir respirando gratis? No, no se puede. Aquí sólo los pobres
van a poder respirar gratis, con aire subvencionado. Usted no. Usted tiene
casa. Usted paga. Así que aproveche. Respire hondo, trague aire”.

Fernando Vallejo – Memorias de un hijueputa

 

El candidato presidencial Pedro Castillo pasó del anonimato a los reflectores televisivos tras haber sufrido un repentino “desmayo” durante la huelga magisterial de agosto de 2017, sobre la cual se advirtió que tenía fines políticos. Este fue un momento clave para que el candidato de Perú Libre se haga notar en pie de lucha, junto a su séquito radical del Comité Nacional de Reorientación y Reconstrucción del Sutep (Conare-Sutep), ligado al Movimiento de Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef), el tentáculo político del grupo terrorista Sendero Luminoso. Las exigencias al gobierno, como siempre, consistían en mejoras remunerativas y laborales para los maestros, así como la suspensión de las evaluaciones al profesorado. El ausentismo del 63.42% del magisterio en las aulas durante los dos meses y medio de huelga se estima que afectó a más de un millón y medio de estudiantes de los colegios públicos. Hoy los electores de Pedro Castillo no recuerdan el suceso o simplemente no les interesa.

El peruano promedio está acostumbrado a mostrar sus vergüenzas, a votar sin consciencia y a tolerar la corrupción y la burocracia. Se regodea del empresario quebrado por la cuarentena, se muestra indolente ante las víctimas de la Covid-19 y se mantiene indiferente frente al desempleo de millones de compatriotas. Votará haciendo uso del hígado y no del cerebro, ya que es incapaz de ver a un intruso político como Pedro Castillo, un candidato taimado, con visos claros de comunista, que exhibe un total desconocimiento de cómo afrontar la crisis sanitaria y económica durante su eventual gobierno.

La reminiscencia de Ollanta Humala y el nacionalismo ofrece un mal presagio para estos comicios. Hace exactamente diez años que no se sentía el clamor popular del centro y del sur del país, como sucede actualmente. Desde que Ollanta Humala se propuso llegar al poder en el año 2011, la cantaleta populista para embelesar a los sectores más pobres del país ha sido la misma, una proclama de enfrentamiento entre ricos y pobres. La enseña del populismo envolvía a Humala, así como el estatismo y el odio por la economía de libre mercado se manifestaban a flor de piel. Se propuso un cambio político radical para la quejumbrosa nación peruana, agobiada por la clase política rastrera y corrupta de siempre. Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa saludaron al capitán Carlos con entusiasmo por su triunfo ante Keiko Fujimori en las elecciones presidenciales del 2011. ¿Sucederá algo parecido con Pedro Castillo?

Hoy Hugo Chávez está muerto, pero su régimen monstruoso (socialismo) perdura en Venezuela con Nicolás Maduro. Evo Morales renunció a la presidencia de Bolivia el 10 de noviembre de 2019, tras haber sido acusado de fraude electoral y ante un inminente desborde popular; sin embargo, después de casi un año de exilio en México y Argentina, ahora actúa bajo la sombra de Luis Arce –actual presidente de Bolivia y otrora ministro de Economía del susodicho–, con quien mantiene un contubernio de intereses innegable. Por último, el megalómano Rafael Correa ha sido condenado a ocho años de prisión por el delito de cohecho pasivo (caso Sobornos), razón por la que no puede poner un pie en el vecino país de Ecuador. Su intento de postular a la vicepresidencia en este año fue frustrado por la Corte Nacional de Ecuador, la cual desestimó su recurso de casación al declararlo improcedente y confirmar la sentencia de última instancia que lo inhabilita para volver a ejercer un cargo público. Este año el pueblo ecuatoriano ha demostrado que una nación es capaz de aprender de los viejos errores y ha elegido sabiamente a Guillermo Lasso como presidente, un empresario a quien “la vida lo ha hecho liberal”. De este modo, se puso término al socialismo-correísmo que duró más de diez años y que amenazaba con prolongarse indefinidamente. 

El voto a favor de Pedro Castillo de Perú Libre es un insulto a la democracia y demuestra que la ignorancia y la irracionalidad pueden sobreponerse al momento de elegir a nuestras autoridades. Un voto dirigido por simpatías o aversiones no es uno que se haga en ejercicio de nuestras facultades y con responsabilidad. El voto repentino e inesperado de las masas, que colocó a Pedro Castillo en segunda vuelta, no es uno de indignación, como afirman algunos analistas políticos. No puede existir indignación en una nación que se mantuvo prosternada ante Martín Vizcarra por casi un año de cuarentena y desempleo. 

Esperemos que el electorado peruano recapacite en esta segunda vuelta electoral y no cometa el mismo yerro que Venezuela, Nicaragua, Argentina o Bolivia. Pedro Castillo es un radical de ralea populista, está convencido de cambiar la Constitución, disolver un Congreso que se le oponga, desactivar el Tribunal Constitucional y expropiar medios de comunicación, entre otras delicias comunistas que podrían mantenerlo en el poder indefinidamente. Además, está presente un afán nacionalista que plantea acabar con la inversión privada, a pequeña y gran escala, con el cuento de la igualdad social; especialmente en lo que se refiere a minería e hidrocarburos. Háganle caso al maestro Mario Vargas Llosa que hace poco nos ha aconsejado votar por Keiko Fujimori, el mal menor, para así cerrarle el paso a un peligro inminente representado por Pedro Castillo y sus huestes del Conare-Sutep y del Movadef.

Davis Figueroa
20 de abril del 2021

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