Manuel Gago

Además de ineptitud, corrupción

El buque insignia del socialismo “moderado” se hunde

Además de ineptitud, corrupción
Manuel Gago
27 de noviembre del 2017

 

El caso Lava Jato terminó marcando a Susana Villarán, ex alcaldesa de Lima. Habría recibido más de US$ 3 millones para financiar la campaña del “No” contra la revocatoria del año 2013, además de aportes fantasmas que la Fiscalía investiga. Sucumbió frente al dinero fácil, como lo hicieron quienes pasaron por la salita del SIN, en los tiempos de Vladimiro Montesinos. Junto a un “civismo” que se rasgaba las vestiduras después de la caída de Alberto Fujimori, se llenó la boca horrorizada por la existencia –según ellos – de una mafia fujimontesinista. Hoy se diría lo mismo: Villarán sería parte de una mafia internacional organizada por el Foro de Brasil, Inácio Lula da Silva —del socialista Partido de los Trabajadores—, Petrobras, el Banco Nacional de Desarrollo y las constructoras brasileñas. Un plan bien estructurado con el claro propósito de un expansionismo ideológico pagado con el sobredimensionamiento de las obras adjudicadas a los contratistas brasileños.

¿Cuál sería, entonces, la diferencia entre quienes recibieron dinero de Vladimiro Montesino y de Odebrecht? Que los primeros tuvieron que ir hasta la salita del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), y para los segundos la coima fue mejor estructurada: por delivery, con un intermediario que traía dinero del Brasil camuflado en su cuerpo, una cuenta bancaria en un paraíso fiscal, supuestos honorarios por consultorías, conferencias dictadas o libros auspiciados. No habría diferencia, entonces, entre Kouri, Mantilla o Bedoya, y Villarán, Humala y Acurio, el ex gobernador de Cusco. Los primeros, fueron burdamente sobornados y filmados recibiendo fajos de dinero. Por eso, la excusa es la misma: “Odebrecht no me dio nada”. Claro, quienes dieron el dinero fueron Martín Belaunde, Gustavo Salazar, el Partido de los Trabajadores o un testaferro de absoluta confianza y con cuenta bancaria en Andorra.

La reserva moral del país, de la que se jactaban los “cívicos”, hoy sería una broma de mal gusto. Las impurezas que cubren a Susana Villarán alcanzarían a más de uno y ponen, además, en entredicho a esa troupe de “Charitos”, grafiteros, artistas urbanos, folclóricos y demás vernáculos nacionales que fueron reclutados por Cultura Viva y Comunitaria —de la Municipalidad de Lima— encargada de fortalecer las vibras de una dizque tía buena, forjadora del arte y sensible frente a los desposeídos. Para no olvidar: a Villarán la traicionó el subconsciente cuando dijo que los autobuses que promocionaba servirían para transportar a las lavanderas de San Juan de Lurigancho que van a La Molina. Y, abonando a la desazón, su engreída, la actriz ayacuchana Magaly Solier, en su afán de endiosar a la alcaldesa Villarán, dijo —durante el proceso de revocatoria— que los verdaderos limeños sabrán valorar su decencia. No se percata de que Lima es una metrópoli provinciana.

Mirko Lauer, en La República, sostiene que Susana Villarán “es por varios años la figura con más atractivo electoral de la izquierda. Esto gracias a su posición moderada y a una “cierta aureola maternal”. La posición moderada del “civismo” se vio reflejada cuando echaron basura en la puerta de la casa de Martha Chávez. Habría que preguntarles a los limeños de ascendencia provinciana —que no serían limeños verdaderos, como dice Magaly Solier— y a las lavanderas de San Juan de Lurigancho si ven la aureola maternal de Susana Villarán.

En efecto, luego de Fujimori, un improntus democrático por un Estado de derecho hizo efervescencia. Los llamados “cívicos” (o caviares) se aglutinaron alrededor de una izquierda fina, bonita y elegante, acostumbrada al buen comer y al buen beber; esa izquierda,que Mirko Lauer dice que es moderada. El maquillaje les duró muy poco. El fingimiento de abrazos y besos para la foto y la publicidad se acabaron. Nunca hubo austeridad; por el contrario, prevalecieron los gourmets, los vinos finos, los hoteles cinco estrellas y los salones elegantes. El buque insignia del socialismo nice and cool se hunde, con sus ineptitudes y corrupción.

Manuel Gago
27 de noviembre del 2017

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