Nicolas Nadramia
9/10 de Tarantino
Sobre la película “Érase una vez en Hollywood”

Aviso: este texto contiene spoilers
El sarcasmo, la exageración y actuación sobreexpuesta son elementos que en el cine mainstream ocurren con menor frecuencia, a raíz de la corrección política que ha tomado Hollywood. Por su parte Quentin Tarantino, ganador de dos premios Oscar, dos Globos de Oro, dos BAFTA y una premiación en el festival de Cannes, trae consigo Érase una vez en Hollywood, su más reciente trabajo, y declaraciones en las que afirma, como en años anteriores, que no piensa adecuarse a lo “políticamente correcto”. Una película que narra la vida ficticia de Rick Dalton (interpretado por Leonardo DiCaprio) y Clive Booth (Brad Pitt), en el año 1969, buscando un lugar en el conglomerado cinematográfico de la época. El mismo año en el que Sharon Tate (Margot Robbie) fue asesinada junto a sus amigas en su casa.
En el metraje se contempla la creación de historias separadas que en el clímax de la película se entrelazan: el momento de que Rick sufre un asalto en su domicilio, y luego del hecho, entra a la casa de sus vecinos: Roman Polanski y Sharon Tate. En términos del lenguaje audiovisual se juega mucho con los encuadres panorámicos, la composición de los mismos y los movimientos de cámara. Los momentos más notables se dan durante la discusión entre Cliff y Bruce Lee antes de filmar una escena, la grabación de una escena en la que Rick protagoniza a un villano para un programa de TV dentro de otro metraje, y la reclamación del protagonizado por DiCaprio hacia un grupo de hippies, quienes estaban fuera de su casa con la excusa de que se perdieron, pero tenían en mente asesinar a Sharon y su familia. En las tres escenas se hizo una sola toma, y los movimientos de cámara, con panorámicas de reacción, aumentan la tensión hacia el espectador.
Se sabe que lo ocurrido aquel 9 de agosto de 1969 fue otra cosa: los malhechores que vimos en el clímax del metraje fueron, en la vida real, a asesinar a Sharon –y lograron sus propósitos–, pero dentro de la ficción los hechos cambiaron, siendo Rick el objetivo y alejando a la actriz estadounidense del hecho. Mario Vargas Llosa dijo una vez que “la ficción es una mentira que encubre una profunda verdad, ella es la vida que no fue, (…), y decidieron inventarla”. Y luego de visualizar la película, tomando en cuenta las palabras de Vargas Llosa, tenemos la percepción de que Tarantino tuvo en su mente estar en el lugar y momento de los hechos para salvar a quien sería su actriz favorita de siempre.
A diferencia de los demás largometrajes de Quentin –caso Reservoir dogs o Django unchained– esta es la única película donde el director no realiza aparición alguna en toda la trama, ya sea como actor secundario o extra, cosa que era típica de Tarantino en todos sus trabajos. No obstante, en Érase una vez en Hollywood mantiene la misma creación y narración de dos (hasta tres) vidas paralelas que se entrelazan en el clímax de la historia, tal como ocurrió con Pulp Fiction, y la misma sobreexposición de sangre y temática gore se hizo presente, ya que es difícil, pensamos, que una lata llena de comida para perro te llene la cara de sangre si te la lanzan. Lo mismo ocurre en Kill Bill, donde un personaje, al ser cortado con una espada, salpica sangre como con un rociador. Cosas únicas que mezclan la realidad con la ficción.
Toda su vida Quentin Tarantino afirmó que solo dirigiría diez películas. Ni una más ni menos, y ésta última es la novena que realiza desde su debut en 1992. Casi treinta años después cumplirá con su promesa, y se le recordará por su gran capacidad de combinar diferentes situaciones y hechos aislados en una sola historia. Lo que sería su última película, hasta ahora sin información sobre su temática ni cuándo se podría lanzar, pone a todos los cinéfilos en constante duda. Y claro está que si se quisiera despedir le daría más de una sorpresa a todos, tanto en la trama, los elementos del lenguaje audiovisual y hasta con los actores.
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