LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Un taller anti colectivista acelerado
¿La llegada del colectivismo permite cambiar los sentidos comunes?
Luego de la llegada al poder de las corrientes colectivistas se ha frenado el crecimiento de tres décadas en el Perú y ha comenzado un acelerado proceso de desinstitucionalización nacional. Sin embargo, no todo es desintegración y pesimismo.
De alguna manera tres décadas de hegemonía cultural del progresismo –una hegemonía que permea el discurso académico oficial de las universidades, de la mayoría de medios de comunicación y de la mayoría de partidos políticos– comienza a cambiar aceleradamente. Igualmente, las nuevas generaciones, educadas con las simplezas del progresismo –como por ejemplo llamar “liberal” a cualquier forma de instinto individual– comienzan a participar en talleres acelerados de reforma cultural.
Quizá el taller más intensivo que han conocido las nuevas generaciones es el de la historia del colectivismo terrorista de Sendero Luminoso, que desató un genocidio en los ochenta, sobre todo en las áreas rurales más pobres. Hoy parece difícil que continúe en pie la construcción teórica plasmada en el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación acerca del “conflicto armado interno” y de “la estrategia antisubversiva del Estado, que violaba sistemáticamente DD.HH.”.
Centenares de reportajes y portadas contra el colectivismo terrorista se publicaron durante la campaña electoral y luego de conocerse el resultado eleccionario.
Esta especie de decálogo del progresismo sobre la violencia subversiva posibilitó que las corrientes comunistas hablaran del terror senderista versus el terror del Estado. Y de una u otra manera, organizó y preparó la llegada del colectivismo al poder. Ese relato parece que no va más, o es muy difícil que prospere porque hoy todos entienden que la peor amenaza para los peruanos es el comunismo.
Algunos sostendrán que estos debates solo atraviesan a las élites. En parte es verdad. Pero la disputa de las narrativas siempre definirá el destino de una sociedad. Y en ese terreno, el progresismo comienza la retirada.
La paradoja de llegar al poder y comenzar a perder en el relato también se presenta en la discusión de la economía. Por ejemplo, en las élites y en el espacio público ha comenzado a surgir un sólido rechazo a la propuesta del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) de aumentar impuestos en medio de una ralentización de la economía. Hay muchos argumentos: al Ejecutivo le sobra plata y no gasta todo el presupuesto, y cuando lo hace, todo es deficiente. Igualmente, que el déficit es una gran preocupación y que el Perú sigue endeudándose. Asimismo, poco a poco, comienza a delinearse un debate sobre si es el Estado o el sector privado el principal motor de crecimiento y de reducción de pobreza. Algunos incluso hablan de impuestos confiscatorios.
¿Qué nos revela esta nueva discusión? Que detrás del paquete tributario, al igual que en los relatos sobre la violencia antisubversiva, comienza a haber discusiones ideológicas de fondo, algunos de los cuales –el tema de los tributos– fueron determinantes para fundar los sistemas republicanos de Estados Unidos e Inglaterra (monarquía constitucional republicana). Una tremenda novedad y de enormes consecuencias para nuestro futuro político.
Sorpresivamente la mayoría de bancadas de oposición republicana, ante la evidente amenaza colectivista, comienza a participar de estas discusiones. Si triunfan las narrativas sobre la libertad, entonces, a lo mejor la llegada de la ortodoxia comunista al poder se convierte en el inicio de un camino de reforma cultural de la sociedad. Por ejemplo, ya no se oye a muchos gerentes de corporaciones hablar con las tonterías del lenguaje inclusivo.
Enormes placas tectónicas se están moviendo desde el asalto al poder colectivista. Ojalá, pues, triunfe la libertad.
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