LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
¿Se viene otro aparecido?
Sobre la volatilidad electoral en curso
La esgrima verbal entre PPK y Alan García alrededor de la declaratoria en emergencia del agro desnuda la intensidad con que se disputa el segundo lugar en las preferencias electorales, porque la primera ubicación de Keiko Fujimori parece inamovible, al menos, hasta ahora. García buscó al cruce de espadas consciente de que si PPK no reajusta estrategias se viene el desgrane y, ante la imprevisión que exudan César Acuña y Julio Guzmán, quizá el candidato de la estrella podría recibir el favor de los dioses. PPK reparó en el movimiento y evitó volver a caer en el intercambio con el aprista. Sin embargo existe otra tendencia: la de las apariciones.
A fines de enero, en general, la incertidumbre sigue siendo la nota dominante del escenario. Considerando que las campañas electorales, en cualquier parte del mundo, se definen en los últimos 60 días previos a la votación, se podría sostener que la indefinición es parte de la normalidad. No obstante la cantidad y velocidad con que surgen los aparecidos es una anormalidad que solo se puede explicar por el deterioro del espacio público y el desarrollo de una democracia sin partidos.
César Acuña fue el primer aparecido. Luego se le acumularon denuncias, se estrelló con un techo y, entonces, se presentó Julio Guzmán. Entrevista tras entrevista el nuevo aparecido demostró su vinculación con la indefinición y el lugar común. Quizá siga creciendo pero tiene un techo muy bajo. Ante esta situación la izquierda mediática, con varios PhD y especializaciones en crear alternativas al llamado elenco estable (Keiko, PPK y García), prepara la emergencia de otro aparecido.
Sucede que Alfredo Barnechea, candidato de Acción Popular, ha comenzado a entusiasmar a la audiencia izquierdista. Portales, medios y activistas en las redes, empiezan a promoverlo como la nueva esperanza. Consciente o no, Barnechea ha levantado una de las banderas de la izquierda latinoamericana: la renegociación de los contratos del gas y un nuevo pacto social para la inversión en recursos naturales en el preciso instante en que los precios de los commodities se vienen abajo.
Pero eso no es todo. Barnechea se ha comprado la crítica al modelo “económico fujimorista” y ha comenzado a hablar de diversificación industrial de la economía. Todos sabemos que el hombre no es estatista, quizá un socialdemócrata, pero la verdad de las cosas es que hoy representa el espacio izquierdista mejor que Verónica Mendoza. Es cultivado y sus mensajes pasan en los medios, aunque adolezca del carisma que debe tener cualquier candidato.
El electorado no fujimorista está en busca desesperada y no sería aventurado sostener que Barnechea podría ser el nuevo aparecido. Sin embargo la velocidad con que se aparece y desaparece en las preferencias ciudadanas podría llevar a un hartazgo del ciudadano con esta especie de búsqueda implacable. Tanto se busca que todos pueden llegar a la conclusión de que en la política no se eligen a ángeles sino a hombres pecadores y mundanos. La propia búsqueda puede desvelar la inutilidad de esa búsqueda, sobre todo, recordando el desastre de la novedad del ayer: el gobierno de Ollanta Humala.
Por Víctor Andrés Ponce
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