LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Se corre el velo y queda el comunismo desnudo
Gobierno descarta posibilidad de desplazarse al centro político
El gambito nacionalizador del presidente Castillo y del presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido, ha destruido las posibilidades económicas del Perú en el 2022. A partir de ahora todo será subida del dólar, fuga de capitales, cero inversión privada y aumento de pobreza. Sin embargo, la administración Castillo parece embarcarse en amenazas de expropiaciones presionada por el eje bolivariano, tal como sucedió, por ejemplo, con el reconocimiento a la “República Democrática del Saharaui”.
Planteadas las cosas así, un hecho es evidente: el gobierno de Castillo ha corrido el velo y el proyecto comunista que ha quedado en cueros, a la vista de todos los peruanos y los actores políticos. El anhelo de los acciopopulistas y de los sectores progresistas acerca de la posibilidad de que Castillo se desplace hacia el centro se presenta demasiado lejano.
La salida de Héctor Béjar para designar a Óscar Maurtua en la Cancillería y los esfuerzos del ministro de Economía, Pedro Francke, para regresar a la disciplina fiscal, hoy parecen simples fuegos de artificio. El propio Francke se ha vestido con túnica roja lanzando latigazos sobre diferendos tributarios con grandes empresas, no obstante que el problema se tramita en vía administrativa y judicial.
¿Cuáles son las posibles consecuencias del nuevo grito de guerra colectivista que acaba de lanzar el gobierno de Castillo en contra de los contratos de gas? El primer efecto será resucitar el escenario de polarización y enfrentamientos de la segunda vuelta y las semanas siguientes a la proclamación de Castillo. En el Congreso la tensión irá en aumento y las calles volverán a poblarse con ciudadanía irritada por el alza del costo de vida y la incuestionable amenaza comunista.
Existe incluso la posibilidad de que la reacción ciudadana en contra de la administración Castillo revele más firmeza y energía que las movilizaciones pasadas. Veremos. El Perú comienza a parecerse a una gigantesca olla presión que acumula vapor y que, tarde o temprano, explotará.
En cualquier caso, la reacción de la oposición será decisiva para el futuro de las libertades. Acción Popular y Alianza para el Progreso están en la obligación de definir si suman a favor de la oposición o siguen desarrollando el ridículo papel de pretender mezclar el agua y el aceite. Es decir, de convertirse en la bisagra entre el totalitarismo y la libertad.
Asimismo, la construcción de la narrativa será fundamental. El Ejecutivo buscará quebrar a la empresa del gas para obligarla a una renegociación. Sin embargo, tal como se presentan las cosas, no está en juego la renegociación de los contratos de gas, sino la posibilidad de que prospere una estrategia de expropiaciones y nacionalizaciones. El gas es solo el pitazo inicial del partido.
Si la oposición no cumple su papel y si las empresas se allanan a las presiones, no obstante que el Ejecutivo comienza a jugar al límite de la Constitución, entonces todos seremos responsables de los funerales de las libertades en el Perú.
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