LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Se cae la censura a Alva y Castillo sigue debilitándose
A pocos días de la fallida vacancia, el Congreso se recompone
Luego de la fallida vacancia en contra de Pedro Castillo fue evidente que el Congreso se debilitaba y que el Ejecutivo, de alguna manera, se fortalecía, no obstante la pendiente hacia abajo que las encuestadoras registran en la popularidad del jefe de Estado. Una prueba más que abona a favor de esta tesis es que desde la orilla del comunismo y del progresismo se comenzó a hablar de la oposición de “la ultraderecha” y de la existencia de un centro político animado por Alianza para el Progreso y Acción Popular. El propio César Acuña, líder apepista, fue el animador de este centro de rostro borroso.
El resultado de la vacancia fallida confirmó que la política tiene regularidades de hierro que ninguna emoción, ni radicalismo, ni principismo pueden modificar. Una de esas leyes nos señala que la política se mide por sus resultados. Otra que el buen resultado se produce cuando se suman alianzas y adeptos para una causa. Desde ese punto de vista, la fallida vacancia produjo resultados ajenos a la buena política: se fortaleció el Ejecutivo y la oposición se dividió.
Las corrientes comunistas, colectivistas y progresistas, vinculadas al Foro de Sao Paulo, acaban de cometer el mismo yerro con la intención fallida de censurar a María del Carmen Alva, presidente del Congreso. Una soberbia en el análisis llevó a este sector a una movilización internacional –desde España hasta estos lares– para presentar a la titular del Congreso como responsable de declaraciones agraviantes, en Madrid, contra el sistema republicano en el Perú. Todo era mentira.
La conspiración bolivariana no pasó. El Congreso rechazó la censura por 83 votos contra 20, mientras que se producían 16 abstenciones. El relativo triunfo de Castillo con la fallida vacancia se dilapidó y en el Congreso la mayoría institucional republicana comenzó a recomponerse.
Enseguida el Congreso aprobó una ley que establece que no se puede convocar a una asamblea constituyente vía referendo si antes el Legislativo no ha aprobado la reforma. Devastador golpe para la estrategia bolivariana, que busca derribar instituciones con mayorías circunstanciales.
De otro lado, vale señalar que horas antes del rechazo a la censura de Alva, César Acuña tuiteaba informando que APP no iba a respaldar la solicitud de facultades legislativas para reformar el sistema tributario. El rechazo a la delegación de facultades legislativas es como una muralla levantada contra cualquier intento de manosear la economía de mercado con el recetario chavista. Hoy en la votación una amplia mayoría debería rechazar semejante demanda.
Si las cosas son así, entonces, es evidente que Pedro Castillo sigue avanzando a velocidad de crucero hacia una nueva tormenta, sin entender de dónde proviene la energía que lo lanza a la tragedia. El gran problema de Castillo comienzan a ser sus propios límites. Quizá es el jefe de Estado más limitado de toda nuestra historia republicana. No entiende que la convocatoria de una constituyente y los anuncios de nacionalizaciones están sepultando a su administración. Tampoco entiende que los gabinetes intrauterinos dentro del comunismo y las izquierdas lo están llevando a la destrucción final.
Y, peor todavía, no comprende que parar en seco a un país que ha crecido y reducido pobreza durante tres décadas es un pecado mortal, imperdonable. Allí va entonces el jefe de Estado a su propio Triángulo de Las Bermudas.
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