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Sagasti, ¿el presidente de la guerra final?

Rechaza la posibilidad de una auditoría del proceso electoral

Sagasti, ¿el presidente de la guerra final?
Víctor Andrés Ponce
04 de julio del 2021


El encargado de la presidencia, Francisco Sagasti, rechazó la posibilidad de una auditoría electoral, y lo hizo a través del sector Justicia. No respondió de manera directa a la solicitud de Keiko Fujimori, sino a través de un ministro. De esta manera, el jefe de Estado interino asumió todas las consecuencias habidas y por haber que desencadenará este proceso electoral, plagado de irregularidades, denuncias y cuestionamientos.

La historia de Sagasti y de su breve paso por la Presidencia está vinculada al desenlace de este proceso electoral. Ni siquiera el papel de Jorge Salas Arenas, presidente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), tendrá la relevancia histórica del de Sagasti. ¿Por qué? Porque el señor Sagasti fue encargado de la jefatura de Estado casi por una sola razón: desarrollar elecciones transparentes que reconstruyeran la paz social, alterada en extremo por el ex presidente Vizcarra, el cierre inconstitucional del Congreso, la vacancia de Vizcarra y la renuncia de Manuel Merino, por un golpe de masas que encumbró al propio Sagasti.

En ese sentido, Sagasti decidió continuar con la guerra política que está destruyendo la presente construcción republicana. De alguna manera se convirtió en un epifenómeno de la administración Vizcarra y el sector social y político que pretende gobernar sin organizar partidos ni ganar elecciones. Un sistema de gobierno que solo puede prosperar engullendo al sistema republicano.

El Perú avanza hacia una de las noches o momentos más negros de su historia republicana. Y lo hace bajo la conducción de Sagasti, porque ante la eventualidad de que el JNE proclame a Castillo sin contrastar las actas cuestionadas con el padrón electoral, en realidad, lo más probable es que se escriba un nuevo capítulo de la confrontación social y política que ya destruye todos los activos institucionales, económicos y sociales construidos en las últimas tres décadas.

En el Ejecutivo, entonces, se ha decidido por la pequeñez antes que por la grandeza. Se ha decidido continuar con la guerra antes que organizar un momento de convergencias y reconciliaciones. Se ha priorizado la judicialización de nuestros militares en retiro antes que escuchar sus demandas y puntos de vista.

Algunos creen que estos hechos prefiguran la consolidación de la llamada “república caviar”, en la que un sector gobierna con “golpes de masas”, sin organizar partidos ni ganar elecciones. Terrible y dramático error. La llamada república caviar comienza a desmoronarse por las fuerzas que vienen desde la izquierda o la derecha. Y comienza a desmoronarse porque no hay sistema político e institucional que sobreviva si luego de convocarse a elecciones, los ganadores, generalmente, no pueden gobernar por las sagacidades de algunos que controlan las instituciones. Ese tipo de “república” tiene un límite, y en el Perú vivimos el límite final.

Víctor Andrés Ponce
04 de julio del 2021

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