LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
¡Renunciar a la constituyente y convocar un gabinete de unidad nacional!
El único camino del presidente Castillo para salvar su gobierno
Luego del anuncio del cierre unilateral de cuatro minas, la continuidad de la presidente del Consejo de Ministros (PCM), Mirtha Vásquez, en el cargo es absolutamente insostenible. Cada segundo en que ella permanece en la PCM se detiene cualquier posibilidad de una nueva inversión, y el deterioro se profundiza.
El anuncio del cierre unilateral de esas minas, realizado por la señora Vásquez, en realidad, fue el anuncio de instalar un soviet en el sur de Ayacucho sobre la base del relato absurdo de la “cabecera de cuenca”, el empoderamiento de las minorías radicalizadas y un sistema social y de poder al margen de la Constitución, las leyes y las instituciones del Estado. La idea de proyecto político de cabecera de cuenca para prohibir la minería sobre los 3,000 metros sobre el nivel del mar –es decir, para prohibir el 80% de las minas– agrava el asunto a niveles extremos.
La señora Vásquez entonces debería renunciar al cargo para evitar la crisis de gobernabilidad que amenaza con engullirse a la administración Castillo. Sin embargo, a estas alturas, para el presidente Castillo ya no sería suficiente un cambio de gabinete, habida cuenta de que ya se habrían cambiado dos equipos ministeriales por la misma causa: ensayos colectivistas y comunistas, y luego, frente a la reacción nacional, el retroceso inevitable. Así terminó el gabinete Bellido y así puede terminar el gabinete Vásquez.
Cuando retrocede Castillo entonces ya no genera credibilidad. Todo más bien se asemeja a el dar dos pasos adelante y luego retroceder uno del manual bolchevique y leninista.
Si el presidente Castillo quiere recuperar la gobernabilidad solo tiene un camino: resolver el problema que ha desmadrado a su administración, es decir, anunciar que retira la propuesta de la asamblea constituyente. No tiene otra salida. De lo contrario la crisis seguirá en desarrollo con tendencias adversas y destructivas para Castillo.
De otro lado, el jefe de Estado ya no podrá resolver la crisis mirando hacia el vecindario –enfrentado en guerras e incapaz– de las izquierdas. Resolvió la crisis del gabinete Bellido convocando a la señora Vásquez. ¿Cómo ahora se resolverá la crisis? ¿El cambio de ministros se convertirá un juego de sillas entre comunistas que está desmoronando el país? Si las cosas van en ese sentido, el principal afectado será el presidente Castillo.
Ni siquiera vale la alianza con Alianza para el Progreso y César Acuña, a menos que se haga pública y el líder apepista asuma todas las responsabilidades de sus actos frente al Perú. La crisis no permite acuerdos pragmáticos tradicionales.
El presidente Castillo entonces debe renunciar a la constituyente y convocar a un gabinete de unidad nacional. Si lo hace, la inmediata reacción de los mercados y la inversión privada le otorgarán una gobernabilidad y un poder que le han sido esquivos.
Un comunista se preguntará, ¿por qué tanto poder a los mercados? La respuesta es simple: cuando la mayoría de la economía no está colectivizada, la inversión privada y los mercados en manos de la sociedad, en manos de las mayorías, de las clases medias y los emergentes, es la garantía de todas las libertades.
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