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Razas y elecciones
Sobre el uso de la raza como argumento electoral
Cuando en un spot de César Acuña se habla de “una raza distinta”, en realidad, ¿qué se está proponiendo? Quizá que el mundo emergente tiene una identidad racial antes que económica y social. Si eso fuese así estamos ante un peligro que todavía no calibramos en su real dimensión.
Si bien el tema racial y la sensación del excluido por su origen étnico ha cedido con las migraciones que “andinizaron” a las ciudades del Perú, con la emergencia de poderosos y vastos mercados populares y el crecimiento de los últimos 25 años, es evidente que esta cuestión todavía sigue siendo sensible, más allá de que se verbalice poco.
Sin ir demasiado lejos, en la pugna al interior del PPC, Raúl Castro, acaba de señalar que la corriente que él representa ya no expresa el pepecismo de “los pitucos” sino que es “uno popular y mestizo”. Si queremos seguir enumerando hechos parecidos, vale evocar a la “raza cobriza” del etnocacerismo del 2011 que todavía no se decantaba del actual nacionalismo. Otro suceso que merece destacarse: en las pasadas elecciones municipales una campaña clasista sin precedentes pretendía atribuir a la mayoría que apoyaba a Luis Castañeda una extraña vocación por la cultura combi que venía de “una supuesta idiosincrasia”, de “una cultura anti formalidad”.
Pero no solo se trata de pasiones electorales. También están las propuestas formuladas en el laboratorio e, incluso, repetidas por intelectuales y sociólogos con kilómetros de lecturas. ¿Qué se pretendía con el calificativo de la Derecha Bruta y Achorada (DBA)? Responder con la misma agresividad a un sector de la derecha que suele extremar el calificativo contra la izquierda. Quizá. Pero la respuesta, poco a poco, se fue convirtiendo en un intento de descalificar al otro, de negar la otredad.
El problema es que ese tipo de intolerancia, tarde o temprano, iba a deslizarse en una forma de racismo porque la mayoría de peruanos se identifica con los puntos de vista de la llamada DBA. Allí están las encuestas que siguen optando abrumadoramente por el llamado elenco estable (Keiko Fujimori, PPK y Alan García). Ante esta situación, inevitablemente, iba a surgir una Mayoría Chola Bruta y Achorada, ¿no es verdad?
Cuando la confrontación ideológica y política echa mano de los abismos étnicos significa que el espacio moderno del debate público fracasa en una sociedad que, paradójicamente, en los últimos 25 años ha derribado las murallas que separaban a la sociedad criolla de la andina. El crecimiento y el desarrollo de los mercados han creado ricos y pobres que pueden clasificarse de inga y de mandinga. Cuando en cualquier sociedad tan compleja como la peruana, las burguesías tienen todos los rostros y colores, significa que se ha producido un proceso de inclusión social sin precedentes. A veces para analizar la salud de una sociedad no solo vale auscultar el mundo de la pobreza sino también el de las alturas.
Por: Víctor Andrés Ponce
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