Presidente, impulse la convergencia nacional

El error capital que cometió el presidente Sagasti al inicio de su gestión fue continuar con la guerra política y el control de instituciones que había alentado la pasada administración Vizcarra y un sector de la sociedad. De esa decisión provienen la continuidad de los desastres sanitarios y las ondas recesivas en la economía. Y de ese error capital también puede provenir el fracaso del Gobierno interino. 

Para cualquier peruano de buena voluntad –que coloque por delante los intereses de la construcción republicana del Perú– era difícil imaginar un Ejecutivo interino exitoso, considerando la continuidad de la pandemia, el curso de la recesión y, sobre todo, el hecho de que el Ejecutivo y la directiva del Congreso transitorios, eran la expresión de las minorías de las minorías en el Legislativo. Sin embargo, el Ejecutivo se lanzó a un irracional descabezamiento de la Policía Nacional, que desató la anarquía, y el Congreso aprobó leyes (como la ley agraria y la ley de topes a las tasas de interés) que modificaban los pilares del modelo económico, luego de que las marchas de noviembre pasado empezaron a organizar la tragedia sanitaria y humanitaria que enfrenta el país.

Considerando la impecable trayectoria personal y académica del presidente Sagasti, desde aquí no creemos que el error capital y los yerros acumulados hayan sucedido adrede. En realidad, el jefe de Estado no es un político experimentado en manejo estatal, y él estaba atenazado por las presiones del Partido Morado y la voracidad estatalista de la izquierda en general. De allí proviene la tragedia nacional que enfrentamos.

Sin embargo, luego de varias semanas en que fermentara la nueva tragedia –sobre todo manteniendo al titular y la misma política pública en el sector Salud– es hora de que el presidente Sagasti desarrolle un viraje total de su gestión, supere las presiones naturales de cualquier proceso político excepcional y convoque a la unidad nacional para combatir la pandemia, garantizar las elecciones de abril, y enfrentar la recesión y el desempleo. En realidad, no existe otra alternativa frente al número de muertos por el Covid, el confinamiento y la destrucción de la economía y el empleo. El jefe de Estado debe convocar a los jefes de las bancadas parlamentarias y a los 24 candidatos de las elecciones nacionales para establecer posibles acuerdos y salidas frente a la tragedia nacional.

¿Wishful thinking? Sí, puede ser. Pero la historia universal y los grandes momentos de la política siempre nos indican que la convocatoria a la unidad nacional es el único espacio que resta para evitar la autodestrucción de una sociedad. Sobre todo si se tiene en cuenta que tenemos pandemia para buen rato, porque la vacuna y la inmunización de la sociedad no están garantizadas para el 2021.

Para cualquiera es evidente que un hombre de la trayectoria del señor Sagasti de ninguna manera aceptará el fracaso en contener la pandemia y en enfrentar la recesión, fracasos que suelen promover especulaciones conspirativas acerca de que todo es adrede para postergar los comicios. Y la única manera de evitar el fracaso es con la restauración de un espacio mínimo de entendimiento nacional. No hay otra.