LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Otra vez la CVR
¿Por qué la comisión de reconciliación es fuente de confrontación?
Los guiños y besos volados de Keiko Fujimori a la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) desataron tal cantidad de reacciones en la izquierda que nos recordaron, una vez más, que antes que reconciliaciones la labor de este organismo originó una polarización que parece prolongarse indefinidamente.
Ha transcurrido alrededor de una década y media desde que se formó la CVR, sin embargo en cada aniversario del informe de este organismo o cada vez que se trata el asunto, el país se tensa y se divide en bandos irreconciliables. ¿Por qué la supuesta comisión de la reconciliación se ha convertido en fuente de tantos enfrentamientos?
Quizá una primera explicación tenga con ver con el intento de relatar una historia oficial. En una sociedad abierta es intolerable que haya una sola historia, un solo relato sobre los acontecimientos y vicisitudes de un pueblo. Peor aún si se trata de una historia reciente, con heridas que apenas han dejado de sangrar.
Salvando las distancias y las diferencias abismales con el caso peruano, por ejemplo, la Guerra de Secesión en Estados Unidos hasta hoy, luego de más de un siglo, sigue convocando encendidos debates, interpretaciones y polémicas en las universidades estadounidenses. Lo cierto es que no hay una sola historia sino diversas interpretaciones del fratricidio entre los compatriotas de Lincoln. La Guerra Civil española igualmente tiene múltiples exégetas y relatos y, de una u otra manera, en la madre patria el general Franco puede pasar de ser un salvador a un terrible demonio. Así son las cosas con la historia cuando se construye la libertad. Allí están las democracias estadounidense y española para demostrarlo.
Una segunda línea de interpretación del porqué la CVR genera tantas polarizaciones quizá tenga que ver con la intención de la izquierda de imponer su relato. Si bien es verdad que hay muchas cosas que rescatar del informe de la CVR como, por ejemplo, la mirada de abajo hacia arriba de la lucha contra el terrorismo, el ignorar el aspecto ideológico en el baño de sangre del colectivismo violentista es pecado mortal. Es servir de detergente a la responsabilidad de la izquierda. Y eso no se puede tolerar. No solo se hace terror disparando, sino construyendo la ideología, los valores y los humores, de esos enfrentamientos. En ese aspecto la izquierda peruana no puede eludir su responsabilidad.
Lo más lamentable del intento de construir un relato oficial e imponer la versión de la izquierda es que se ha dejado de lado el punto de vista de los ronderos, de gran parte de la civilidad y de las fuerzas armadas. Y peor aún, el único triunfo nacional del Perú republicano (ni la Independencia, ni la Guerra del Pacífico ni las guerras con el Ecuador tuvieron igual connotación de nación e integración) se convirtió en el lamento de los caídos. Cuando por fin el mundo andino era protagonista de la paz y la victoria sobre el terror y llegaba la hora de los héroes, ese mundo fue reducido a simple víctima.
Quizá la única manera de evitar que el informe de la CVR cause tantas pasiones es la renuncia de la izquierda a convertir este documento en una verdad oficial. En ese momento, la tolerancia se abrirá paso y se aceptaran todas las interpretaciones acerca de la victoria sobre el terror colectivista. La historia habrá recuperado sus fueros y la rigurosidad y aproximación a la verdad que suele tener en las sociedades abiertas.
Por: Víctor Andrés Ponce
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