LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Negando un posible triunfo
La desesperación favorece al fujimorismo
Si bien en el Perú hablar de certezas políticas es casi un imposible, muy pocos niegan que Keiko Fujimori casi está segura en la segunda vuelta y que tiene enormes posibilidades de ganar la elección. Incluso los analistas comienzan a comentar la posibilidad de una victoria en la primera ronda.
En este contexto se desencadenan los yerros de la autoridad electoral: marchas y contramarchas alrededor de la candidatura de Julio Guzmán, hasta que, finalmente, el pleno del JNE zanja el asunto y el candidato morado no va más.
Antes de la última resolución electoral las acusaciones de fraude y de supuestas conspiraciones se multiplicaron: el alargamiento del trámite electoral produjo publicidad gratuita para Guzmán y los afectados señalaron que era una movida palaciega. Luego cuando el JNE resolvió el asunto el candidato de Todos por el Perú volvió a su primer libreto: denuncias de fraude, recurso ante el TC y la justicia internacional y acusación de complot “apro-fujimorista”. El mayor argumento de Guzmán: los resultados de encuestas publicadas paralelamente al proceso en el JNE.
Pero no solo se trata de Guzmán. El bloque político, mediático y cultural, que encumbró a Ollanta Humala el 2011 ha iniciado una campaña nacional e “internacional” para construir la imagen de que no se trata de una autoridad electoral que se dejó intimidar por los resultados de encuestas, sino que se trata de un fraude en marcha, igualito a las movidas que habían en el fujimorato. La idea es asociar la posible victoria de Keiko Fujimori a estas “conspiraciones”.
Este bloque desarrolla una estrategia a todo vapor arriesgándolo todo, sin reparar que semejante campaña podría galvanizar y acrecentar el respaldo al fujimorismo. No hay seso ni ventaja en la estrategia. El antifujimorismo antes que una razón es una pasión primitiva, es una reacción de las entrañas, todo con tal de que no llegue el enemigo.
El problema de la estrategia de ensombrecer la cuarta elección nacional ininterrumpida es que le permitirá al fujimorismo alzarse con los activos de la democracia pos Fujimori porque, tarde o temprano, la mayoría reaccionará ante el intento de ensuciar nuestra democracia. El reciente y natural pronunciamiento de la OEA ante las demoras del JNE nos recuerda la posible relación que podría existir entre democracia y campaña de denuncia internacional. Y, finalmente, ese camino pulverizará todo el capital acumulado por Guzmán.
Algo más. Si las cosas continuaran en esa ruta todos los candidatos que participan en la campaña, incluida la propia Verónica Mendoza, tendrán que salir a enfrentar las denuncias internacionales en contra de la República peruana, de lo contrario, si se considera que hay indicios de “fraude”, ¿para qué participar en la elección?
La estrategia de ensombrecer la democracia no tiene cómo ganar. Ni dentro del Perú ni en la arena internacional, más allá de uno que otro artículo periodístico que los días se tragaran.
El problema de los demócratas es que si la autoridad electoral se equivoca no existe otra alternativa que acatar la resolución de los jueces. No existe otra. El antifujimorismo está demostrando que está más allá de la dictadura y la democracia, porque si Keiko Fujimori puede ganar, entonces, que arda la democracia, que se ensucie la victoria. El camino de la campaña internacional puede abrir un abanico de consultorías es verdad, pero así como alguna vez consolidó a Alberto Fujimori en los noventa podría terminar reforzando y engrosando el apoyo popular que hoy recibe el fujimorismo civil.
Por Víctor Andrés Ponce
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