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Nadine versus el Apra

Nadine versus el Apra
Víctor Andrés Ponce
26 de agosto del 2015

Sobre la nueva ofensiva verbal del nacionalismo contra Alan García

El encono entre el nacionalismo y el Apra debe ser uno de los más intensos de la política nacional en las últimas décadas. Si bien se trata de un capítulo más del clásico anti aprismo, es evidente que estas animadversiones tienen características y colores especiales.

Nadine Heredia acaba de escribir un nuevo capítulo de esta guerra señalando que el Apra y Alan García son los responsables de la campaña mediática que se despliega alrededor de sus supuestas agendas que registran movimientos millonarios y relaciones con el régimen chavista que, de confirmarse mediante pericias, simplemente desatarían un calvario judicial para la señora Heredia.

Por su lado, García ha replicado aseverando que Heredia se ha convertido en jefe de prensa y propaganda de la candidatura aprista. ¿Cuáles son los efectos de este reciente cruce de espadas?

Una primera consecuencia es que los reflectores alrededor de las acusaciones de corrupción se focalizan en Palacio. Los apuntes de las agendas son tan contundentes que hoy muy pocos recuerdan las imputaciones de los narcoindultos y los intentos de salpicar con el tema a García. En ese sentido, la señora Heredia desarrolla muy buen análisis político al señalar que nadie se acuerda del caso contra el Apra. Es que el escándalo de las agendas tiene tal magnitud que las acusaciones sobre los narcoindultos se adelgazan.

El gran contraste de este intercambio de lanzas está en que el Apra, con esa vieja escuela de un más de un siglo, señala que ha expulsado a los responsables de los indultos y que este problema no alcanza al ex Presidente, mientras que la señora Heredia se ha enredado reconociendo que las agendas son suyas, luego dice que no, y después se niega a cualquier pericia grafotécnica.

En todo caso, es más que evidente que el choque con el nacionalismo favorece largamente a García. Desde que la llamada Megacomisión comenzó a incordiar a García con una serie de acusaciones gaseosas, en realidad, promovió y potenció la presencia del Apra como expresión neta de la oposición.

Una de las herencias que nos dejará el nacionalismo será la obsesión que cultivó en contra de García. Desde la Megacomisión hasta las recientes declaraciones de Nadine, se han escrito una serie de disputas que han sido ganadas ampliamente por el Apra y García.

Ahora bien, ¿por qué se desató el encono nacionalista? Quizá todo haya empezado en las campaña del 2006 cuando García, con notable habilidad, le jaló la lengua a Hugo Chávez y ganó una elección nacional no obstante que la historia reciente y los acontecimientos jugaban en su contra.

Quizá la tirria también se haya galvanizado cuando, en los primeros dos años de la administración nacionalista, la señora Heredia trepaba hasta los 60 puntos en las encuestas y empezaba a soñar que podía reeditar la experiencia kirchenerista en el Perú y, entonces, ubicó a García como el obstáculo a vencer para luego liderar una movilización nacional anti fujimorista.

En todas las batallas con el Apra, el nacionalismo y Nadine Heredia perdieron por varios goles. La paradoja es que los perseguidores de ayer se convierten en los acorralados de hoy en esta democracia donde los políticos solo se dedican a acusarse y defenderse.

Por Víctor Andrés Ponce

Víctor Andrés Ponce
26 de agosto del 2015

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