LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
¿Nace un frente de la centro derecha?
Nuevos y viejos líderes reunieron a medio millón de personas
El sábado pasado a la centro derecha del Perú “le sobraron las masas” porque, de alguna manera, se dio el gusto de desarrollar dos concentraciones masivas que harían empalidecer de envidia a las raleadas convocatorias de la izquierda, caracterizadas por el activismo militante y el ejercicio de la violencia.
Sin embargo, al margen del éxito de las dos concentraciones, la defensa de la libertad demanda la más amplia unidad de los sectores democráticos.
En La avenida de La Peruanidad, diversos colectivos, organizaciones de la sociedad y partidos políticos, lograron convocar a más de medio millón de peruanos. Minutos más tarde, en la plaza Bolognesi, Keiko Fujimori y Fuerza Popular reunieron a cerca de 50,000 almas. Cualquier observador de América Latina se hubiese abismado al contemplar las concentraciones pacíficas de la centro derecha –por llamarlas de alguna manera– apoderándose de Lima, en contraste con las movilizaciones de las vanguardias de izquierda que incendiaron Santiago y continúan quemando zonas de Bogotá.
La centro derecha ha tomado las calles de Lima y las concentraciones comienzan –como efecto pop corn– a replicarse en ciudades del interior. Sin embargo, la novedad se dibujó en la concentración de La avenida de La Peruanidad, habida cuenta que se trataba de una gesta colectiva, sin liderazgo único.
En el mitin más grande de las últimas dos décadas se combinaron rostros nuevos con algunos líderes de los viejos partidos, pero a diferencia de otras concentraciones se notó algo radicalmente nuevo. En los discursos de los debutantes y viejos políticos se advertía una intensidad ideológica muy poco frecuente en las campañas electorales y los actos de masas en el Perú. El discurso de los oradores enfiló abiertamente en contra de la amenaza comunista y colectivista, mientras en la plaza abuelos, padres y nietos vivaban a las agitaciones de los oradores.
¿Qué puede significar algo así? Que durante la campaña electoral de la segunda vuelta ha comenzado a surgir un nuevo relato que se ha masificado en la conciencia ciudadana: el relato de la amenaza comunista. La gran novedad política de la coyuntura. Desde la derrota de Sendero Luminoso en los noventa, la izquierda construyó un relato, la envoltura del antifujimorismo, que sirvió a algunos sectores para gobernar sin ganar elecciones y que le ha permitido a Pedro Castillo conseguir la mitad de los votos del electorado sin tener demasiados méritos.
Semejante situación empieza a cambiar radicalmente. La mayoría del país empieza a despertar y no está dispuesta a perder su libertad o propiedad, tal como ha sucedido en los regímenes bolivarianos. Luego de la soberbia concentración de La avenida de La Peruanidad, surge una pregunta: ¿se están gestando las condiciones para el nacimiento de un gran frente de la centro derecha que evite la colectivización del país? Ojalá que las cosas vayan en esa ruta.
Sin embargo, los jóvenes y debutantes de la política deberían entender algo muy importante, más allá de sus niveles de formación política e ideológica. La buena política es ideología y política –valga la redundancia–, pero también historia y tradición. Por ejemplo, si se hubiese valorado la historia, los viejos partidos habrían sido convocados para formar un frente nacional de personeros que defendiera a muerte los votos de Keiko Fujimori y detuviera el extenso fraude en mesa.
De allí la enorme importancia de que los nuevos colectivos, los nuevos líderes, combinen esa energía limpia para hacer política con el aprendizaje de la historia y las tradiciones de los viejos partidos. Es hora de organizar a ese medio millón de personas que asistió a La avenida de La Peruanidad. ¿Cómo se hace? Claro, con redes y tecnología, pero la organización en política –como todas las instituciones de la sociedad– tiene cosas clásicas. Y lo clásico en política no se aprende en libros, en la universidad, sino en la vida y en la historia de quienes envejecieron haciendo política.
Si las cosas son así, el comunismo será derrotado en el Perú.
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