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Los muros de Lima

Los muros de Lima
Víctor Andrés Ponce
29 de septiembre del 2014

Hacer política no se trata de ganar una elección sino de construir democracia

Los posibles resultados electorales de Lima deberían ser motivo de una profunda y sincera reflexión. No sería nada extraño que Luis Castañeda gane con el 60% de los votos expresando una división social entre la Lima emergente de los conos populares y la Lima tradicional. Igualmente, es impresionante cómo la gente ya había optado electoralmente antes de que la campaña empezara. Todos los partidos parecen pulverizados, sin excepción. Incluso el eterno PPC mesocrático se adelgaza hasta casi desaparecer. Asimismo, los más de 40 puntos de diferencia de Castañeda con respecto a sus seguidores es un tema para los sociólogos, los partidos, los periodistas y los analistas.

De la manera cómo los actores del espacio público procesen los resultados electorales limeños dependerá la salud de la democracia. Ante cada ataque de sus adversarios, el respaldo a Castañeda se fortalecía. ¿Por qué? Quizá la explicación tiene que ver con que el espacio oficial público, político y cultural, –al igual como sucede con las provincias- ha terminado divorciándose de la Lima real, emergente, que bulle en los conos metropolitanos. Es sorprendente. No hay cordilleras, ni grandes ríos sin puentes, ni abismos infranqueables, que dividan a la Lima popular y la Lima tradicional. Todo está conectado, sin embargo, se han levantado enormes muros. Algo de eso hay cuando un sector sostiene que si votas por Castañeda eres tolerante con la corrupción o estás con la cultura combi.

La gestión de Susana Villarán y el desarrollo de sus estrategias electorales tuvo un contenido clasista tan marcado que originó esta avalancha a favor de Castañeda. Forzando el análisis, vale preguntarse, ¿qué pasaría si en vez de Castañeda el representante de ese lado popular fuese un hombre neto del proyecto bolivariano? Ante la ceguera y tozudez de las élites surgieron los autócratas que tomaron Venezuela, Ecuador y Bolivia. Demasiado peligroso todo lo que pasa. Y gracias a Dios que Castañeda es un populista de derecha claramente identificado con la democracia y el mercado.

¿Reflexión demasiada forzada? Recordemos que el descontento por el abandono estatal en Cajamarca, Puno y otras regiones está representado mayoritariamente por un colectivismo radical. La crisis de representación es una espada de Damocles sobre la democracia. No puede haber libertad, ni crecimiento, ni reducción de la pobreza, si las sociedades emergentes no están representadas en el espacio nacional. Algo tenemos que hacer. La desaceleración comienza a ser una factura de esta realidad.

A lo mejor una manera de avizorar soluciones pasa por entender que la política es el combustible, la energía, de la democracia. Sin política las diferencias en una determinada sociedad se pueden convertir en muros que evitan la comunicación, tal como parece suceder en Lima. Unas décadas atrás los llamados partidos se extendían sobre todas las zonas metropolitanas. El PPC, AP, Apra, la izquierda y otros se disputaban los entonces barrios mesocráticos, los populares y los más lejanos arenales de la ciudad. La política permitía tener una visión de la metrópoli al margen de la maqueta sobre la mesa. Era una visión viva, cambiante y, de una u otra forma, integradora. La política se proponía comunicar a los viejos limeños con las nuevas generaciones de migrantes. Nada parecido pasa hoy.

En Lima crecen varias ciudades y quizá un ciudadano de La Molina jamás visite Los Olivos. O tal vez a uno de Los Olivos no le interese conocer una zona diferente. Para acortar esas distancias se inventó la política.

Es hora de que los llamados partidos entiendan que no se trata de ganar una elección sino de construir una democracia. Es hora de volver a los conos y a la provincia y representar esas sociedades emergentes en el espacio nacional. No hay otra. Tenemos buenos tecnócratas y periodistas, nos falta más políticos y quizá también intelectuales.

Por Víctor Andrés Ponce

(29 Set 2014)

Víctor Andrés Ponce
29 de septiembre del 2014

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