LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Los bolcheviques y la enfermedad infantil del comunismo
Las encrucijadas de los marxistas leninistas detrás de Castillo
Las diversas corrientes comunistas detrás de la candidatura de Pedro Castillo, simplemente, han entrado en trompo frente a la impresionante reducción del antivoto de Keiko Fujimori, desencadenada por la ola anticomunista que impulsan las clases medias peruanas, desde las emergentes y populares hasta las relativamente consolidadas.
Dos décadas de antivoto, que fue construido a pulso y ladrillo por ladrillo –con la colaboración naranja desde el 2016– por las corrientes colectivistas, que utilizaban el ropaje antifujimorista para esconder la hoz y el martillo, hoy empiezan a desvanecerse. De pronto, las encuestas registran un virtual empate técnico, luego de que Pedro Castillo llegara a la segunda vuelta con una ventaja de cerca de 20 puntos. No hay manual leninista ni libreto cubano para comprender la movilización de las clases medias peruanas que, a diferencia de las chilenas o las colombianas, nacieron en contra del Estado y revelan una naturaleza profundamente antiestatal.
En este contexto, los estrategas cubanos detrás de la candidatura de Castillo han entrado en desesperación, y las corrientes colectivistas solo atinan a sacar los trapos viejos del antifujimorismo, que ya se mostraron en las últimas dos décadas. Algo no funciona. Mostrar el harapo de dos décadas atrás para demonizar a una candidata que, en esos años, no tenía mayoría de edad, lo único que señala es el vínculo del ADN, del apellido. Nada más.
Ante esta situación, las corrientes maoístas y procubanas han comenzado a desempolvar los manuales y las tácticas y estrategias del leninismo. Se empieza a hablar de fraude y se comienzan a convocar a huelgas generales antes de la segunda vuelta y a multiplicar los llamados a las marchas. La idea entonces es convertir a la calle en el gran elector. Sin embargo, ¿cómo se puede convertir a la calle en el gran elector cuando el sistema republicano desarrolla una de sus principales liturgias: la elección nacional para el cambio de gobierno?
La idea de la calle o de la movilización de los soviets puede funcionar si una determinada institucionalidad se niega al cambio de gobierno. Pero si estamos a días del relevo de un poder por el sufragio, ¿cómo se puede convertir a la calle en el gran elector? De otro lado, la llamada “revolución molecular disipada”, que se aplicó en Chile para desencadenar la constituyente y se materializa en Colombia para derrumbar al gobierno de Iván Duque, usualmente es ejecutada por las clases medias, siempre y cuando se construya “la verdad de una demanda legítima”, no exista un partido o movimiento detrás, y todo, desde principio a fin, aparezca signado por la espontaneidad. En este contexto, ¿cómo harán nuestros bolcheviques peruanos para envolver bajo la espontaneidad una estrategia para derrumbar la legitimidad de un proceso electoral democrático?
Quizá los errores y las angurrias del actual Congreso podrían ayudar a la estrategia bolchevique, pero el fujimorismo marca distancias claras.
Ante esta especie de bloqueo táctico, las corrientes comunistas detrás de la candidatura de Pedro Castillo empiezan a echar mano de la violencia contra la campaña de Keiko. Las agresiones se multiplican, pero si la lideresa del fujimorismo convierte estas agresiones en denuncias nacionales e internacionales, entonces el lápiz seguirá perdiendo puntos.
Los bolcheviques peruanos empiezan a padecer la enfermedad de izquierda que Lenin analizó en La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo (1920). En este texto, el estratega bolchevique señala que el izquierdismo en la táctica y la estrategia lleva “a los comunistas a aislarse de las masas y los deja inermes frente a la reacción del poder”. Y eso puede suceder en el Perú.
Lanzar a las masas a la insurrección en plenas elecciones, de alguna manera, es considerar que todos los electores que apoyan la candidatura de Castillo, en apenas semanas, se han convertido en bolcheviques o en los obreros y campesinos de la Revolución de Octubre. Lenin advertía: una derrota de los comunistas por errores izquierdistas generalmente tiene repercusiones por décadas. Veremos.
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