Lima oficial y Lima real

Sobre las presbicia política de algunos candidatos en la campaña municipal

La campaña electoral en Lima ha elevado sus voltajes con la guerra sucia que ha lanzado la coalición de centro izquierda (Partido Nacionalista, Perú Posible, Ciudadanos por el Cambio y otros grupos marxistas) en contra de Luis Castañeda con objeto de favorecer la reelección de Susana Villarán. La poderosa artillería mediática, obligó al Mudo a salir capear los temporales en dos entrevistas de cobertura nacional.

En seguida los críticos de Castañeda continuaron con las preguntas: ¿Qué nexos tiene con Comunicore? ¿Quién financia su campaña? ¿Cuál es la verdad de los títulos universitarios? La ventaja sideral que le ha sacado el Mudo a Villarán, prácticamente, sin mover un dedo, hizo que los detractores se olvidarán de un hecho fundamental en la irrupción mediática de Castañeda: la entrevista televisada en el cerro José Gálvez de Villa María del Triunfo.

Beto Ortiz sorprendió a sus televidentes con una entrevista a Castañeda en la cima de un cerro del cono sur densamente poblado por los migrantes que le han cambiado el rostro a la capital. Y, el Mudo, durante el diálogo, cada vez que podía, señalaba que las laderas y las casas de ese mundo que emergía eran su base social. El mensaje era clarísimo: yo represento al mundo popular de Lima. Sin embargo sus rivales electorales fueron incapaces de entender ese código con el que Castañeda se comunicaba con los electores.

Semejante presbicia se explica por dos cosas: o por el apasionamiento político o por una visión post colonial que reduce Lima a los distritos mesocráticos que se alzan al lado de la Costanera. Un político de raza y olfato le habría dicho al Mudo: Usted no representa al mundo emergente por esto y por esto, en vez de tratar de resucitar un tema cadáver como el de Comunicore. Quizá una pista de este desencuentro entre la Lima oficial y la Lima mayoritaria, pujante, y real, se halle en el triste comentario de Villarán acerca de que la reforma de transporte le iba a permitir a las mujeres de San Juan de Lurigancho a llegar más rápido a lavar ropa en La Molina. La izquierda debería saber que la mayor cantidad de lavadoras, autos y electrodomésticos hoy se concentran en San Juan de Lurigancho.

Esa visión pasadista del Perú oficial con respecto a la Lima de hoy también lleva a creer que, en el mundo emergente, solo hay pobres y atraso cultural y tecnológico. Los sectores populares de Lima todavía (a pesar de la desaceleración) son sinónimos de emprendedurismo, mercados populares y explosión tecnológica. Los barrios populares están repletos de cabinas de internet, como sucedía a mediados de los noventa en los distritos mesocráticos. De allí que Castañeda haya desafiado a los medios tradicionales postergando entrevistas y adecuándolas a su estrategia.

El experto campañas políticas, Hugo Otero, ha sostenido que la estrategia del Mudo revolucionará las estrategias políticas en el país, porque es la primera vez que un comando de campaña apuesta con todo por la revolución informativa que han desencadenado las redes sociales: hoy, de 10 teléfonos celulares, 3 son inteligentes, pero el 2016 serán 6. El equipo de campaña de Castañeda graba las actividades del Mudo y los lanza en las redes sociales. Su potencia política y electoral hasta el momento es tan sólida que los medios tradicionales tienen que difundir las actividades de un candidato que todavía no comprenden.

En la política peruana no vale cantar victoria hasta el día de las elecciones. Tal como se dice en la calle, todo puede pasar. Sin embargo si funciona la estrategia de Castañeda, como bien nos dice Otero –una autoridad latinoamericana en el asunto- las relaciones entre los políticos, los electores, la información, las tecnologías y la prensa tradicional podrían cambiar para siempre. Veremos dijo un ciego.

Por Víctor Andrés Ponce