LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Las elecciones y la constituyente en Chile
La amenaza totalitaria en el país del sur
El próximo 25 de noviembre se desarrollarán las elecciones nacionales en Chile, pero la instalación de la llamada Convención Constituyente –encargada de redactar una nueva Constitución–, en la práctica, convierte a esos comicios nacionales en un verdadero saludo a la bandera. ¿Por qué? En las últimas encuestas, José Antonio Kast, el candidato de la derecha y los sectores republicanos, ha comenzado a sacar una leve ventaja sobre Gabriel Boric, el candidato de la izquierda.
Los analistas sostienen que si gana Kast es probable que solo gobierne dos años; mientras que si triunfa Boric, es posible que a los dos años de administración pueda ser reelegido bajo el marco de la nueva constitución. ¿Cómo algo así es posible en un sistema republicano?
La única explicación: la Convención Constituyente, que hoy concentra todo el poder del sistema político. El Congreso, el sistema de justicia y todos los sistemas institucionales, no tienen valor alguno frente al poder total de los 155 representantes de la constituyente chilena. El poder omnímodo de la Convención Constituyente es tal que puede decidir si Kast gobierna dos años o no. Todo el poder de las instituciones y el futuro de los ahorros y la propiedad de los chilenos está en manos de algunas decenas de constituyentes. La estrategia perfecta para que una minoría se apodere de una sociedad.
De allí la enorme importancia de gestar un movimiento gigantesco en contra de la constituyente en el Perú. De allí la enorme importancia de apoyar los esfuerzos de Lucas Ghersi y de una generación de jóvenes que se han lanzado, a lo largo y ancho del país, a recolectar firmas en contra de la asamblea constituyente. Y desde aquí abogamos para que esa recolección de firmas se transforme en una organización ciudadana en defensa de la libertad.
La Convención Constituyente y la suma de errores de la élite chilena, simplemente, están destruyendo el futuro de Chile. La fuga de capitales y la caída de la inversión privada llevan a Chile a un crecimiento vegetativo que aumenta la pobreza, mientras el Gobierno se queda sin recursos. De otro lado, amplios sectores que han vivido durante la pandemia retirando los fondos de las AFP llegan a la conclusión de que todo tiene un final.
En este contexto, el candidato Boric ha señalado que no le interesa el crecimiento de la economía, sino la redistribución del poder. En otras palabras, solo le interesa consolidar el poder de la izquierda, como buen leninista. Asimismo, Boric propone directorios empresariales paritarios entre empresarios y trabajadores. En otras palabras, la colectivización de las empresas.
El periodista Tomas Mosciatti de radio Bio Bio acaba de señalar que Chile avanza aceleradamente hacia un cambio de régimen económico y social. Precisa que ni siquiera el Gobierno de Allende en la década de los setenta tiene las connotaciones de cambio de época que representa el proceso dirigido por la Convención Constituyente en Chile.
La revolución cultural como estrategia de toma del poder bolchevique, entonces, hoy reemplaza al paradigma de la revolución de octubre de Lenin y la guerra popular prolongada del campo a la ciudad de Mao.
¡Salvo la cultura todo es ilusión!
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