LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
La resistencia del anti
Las razones del evidente debilitamiento del antifujimorismo
El aniversario del lanzamiento del vladivideo que inició el final del fujimorato se convirtió en un pretexto para la resurrección del antifujimorismo. Hubo de todo. Fernando Olivera abandonó el retiro y lanzó sapos y culebras contra el fujimorismo de hoy. Trataba de desmarcarse de Luis Iberico, presidente del Legislativo, quien había elogiado la evolución democrática naranja luego de su elección como presidente del Congreso. Ambos políticos publicaron el vladivideo que remeció el país quince años atrás, pero ahora tienen aproximaciones radicalmente diferentes con el fujimorismo.
Cuestionables declaraciones sobre la democracia de Kenyi Fujimori desataron una ola de críticas contra el lado duro del fujimorismo y, de pronto, los intelectuales de izquierda que no deslindan con Maduro aparecen defendiendo la democracia. Lo cierto es que semejantes lances nos notifican que el antifujimorismo sigue vivo, aunque no coleando como antes.
De súbito, el militante del antivoto que en la primera etapa de esta campaña electoral parecía concentrado en la demolición de las posibilidades de Alan García, volvía los ojos hacia las fortalezas de Keiko Fujimori y, de una u otra manera, debió haber notado cómo se ha reducido significativamente el anti en el Perú, al menos hasta ahora.
Olivera repitió todo lo que se dijo en contra del fujimorismo en los últimos 25 años. Los argumentos, los rechazos y los énfasis, evocaron los principales razonamientos utilizados por Mario Vargas Llosa y Alejandro Toledo para justificar el respaldo que le permitió triunfar a Humala en la segunda vuelta del 2011.
Precisamente por eso la argumentación de Olivera sonaba a un anacronismo: el nacionalismo de hoy, la mal llamada pareja presidencial, las supuestas agendas de Nadine Heredia y la frivolidad que rezuma Palacio, son las vistas del mensaje del ex líder fimista. Si las cosas son así, quizá sin ser demasiado consciente, Olivera se convertía en propagandista de la candidatura naranja.
Los chinchones y heridas del antifujimorismo deberían llevar a reflexionar a los militantes del anti voto. El nacionalismo ha convertido los anti (incluido el antialanista) en puré, en el riesgo mayor que podría asumir el electorado, al menos hasta hoy. Si las cosas cambian más adelante dependerá de la estrategia y la voluntad de los actores.
Si las vísceras siguen imponiéndose sobre el cálculo, la candidatura naranja podría organizar con mayor facilidad una estrategia victoriosa hacia el 2016. ¿Qué significa todo esto? ¿Acaso Keiko tiene asegurado el triunfo? De ninguna manera. Pero es evidente que el antifujimorismo se ha adelgazado tanto que pretender ganar la segunda vuelta del 2011 sobre la convergencia de un gran frente anti, tal como sucedió en el 2011, puede convertirse en un camino seguro de derrota.
Siempre vale recordar que la política es puro movimiento. El fujimorismo ya no solo es su pasado sino también la oposición y la conducta democrática que ha desarrollado durante tres gobiernos sucesivos. El anti convirtió al fujimorismo en la primera fuerza política del país y también llevó a Keiko a la segunda vuelta del 2011. Hoy podría facilitarle la elección presidencial. Veremos dijo el ciego.
Por: Víctor Andrés Ponce
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