LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
La República en interrogantes
Exclusiones y tachas que enturbian elección nacional
La manera cómo se está deslegitimando las elecciones del 2016 no solo podrían terminar bastardeando los comicios nacionales sino que la propia democracia, la República, se convertiría en un enorme signo de interrogación. Ya no solo se trata de un proceso de exclusión en contra del Fujimorismo sino que también aparecen varias tachas en contra de PPK, es decir, la primera y la segunda fuerza política del país –según los sondeos- podrían acabar fuera del proceso. En ese momento muchos pensarán en postergar las elecciones, más allá de que no existan argumentos constitucionales posibles.
De alguna manera la sociedad peruana contempla el fin de una época en que se consideraba que podía existir democracia, sociedad abierta, con una crisis perpetua de la política. Ese horizonte no va más. Sin embargo, ¿cuál es la principal explicación de que, no obstante el impresionante crecimiento económico y la asombrosa reducción de pobreza, no haya surgido una política constructiva? En esta columna lo hemos repetido hasta la saciedad: el fin del Fujimorato y los gobiernos democráticos de Toledo, García y Humala, se desarrollaron al margen de un pacto, de un entendimiento nacional. No hubo transición política sino hechos que forzaron a la democracia.
El Fujimorismo y el Antifujimorismo de hoy son expresiones de esa política donde se busca vencedores y vencidos. Ante la ausencia de un pacto, el político siguió devaluándose y las derechas e izquierdas se negaron a la reforma. En ese contexto, el periodista, el intelectual y el sociólogo, se consideraron con derecho a reemplazar al político y la política y creyeron que, por ejemplo, una reforma del sistema del sistema electoral se podía hacer al margen de un acuerdo político nacional.
Los “técnicos legales” han sobrerregulado de tal manera el procedimiento electoral que han terminando asfixiando a la propia democracia casi de la misma manera que las sobrerregulaciones y trámites ahorcan a la inversión privada en la economía. Democracia y economía jaqueadas por el trámite que incrementa la discrecionalidad de los jueces y de los burócratas.
En una aproximación conspirativa de los hechos se debe formular una pregunta: ¿Alguien cree que los Humala iban a dejar Palacio tan “democráticamente” con la investigación de las agendas en curso? Un enfoque audaz pero con varios cables a tierra. Sin embargo, si un matrimonio en el poder fuese capaz de impulsar sobrerregulaciones a la ley electoral, observar adrede la norma para que la insistencia legislativa se apruebe en la hora undécima, entonces, solo se confirma la ausencia de los políticos, que son los guardianes, los guerreros, de la sociedad abierta.
El gran problema de esta interrogante que se dibuja alrededor de la República en el preciso momento que se desarrolla la cuarta elección nacional sin interrupciones, es que el fracaso de la democracia realmente existente no significa más democracia, sino que le abre las puertas al autoritarismo, ya sea de apellido de izquierda o de derecha.
Grandes sectores de la población reafirmarán la demanda de autoridad ante el desborde social de la criminalidad, una demanda que puede convertirse en un clamor ante la opereta que se comienza a escenificar con las tachas a las candidaturas presidenciales. Si se ahoga a la democracia habrá surgido una nueva manera de derribar la libertad, más sofisticada que los golpes abiertos de la Guerra Fría y los autoritarismos carismáticos del chavismo: para matar la libertad hay que sobrerregular la libertad.
Por Víctor Andrés Ponce
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