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La larga lucha en contra del colectivismo

La intensa guerra cultural que lo define todo

La larga lucha en contra del colectivismo
Víctor Andrés Ponce
21 de octubre del 2021

Es muy probable que el Perú se salve de la amenaza comunista que representan la propuesta de la asamblea constituyente y los programas de Perú Libre y el Movimiento por la Amnistía de Derechos Fundamentales (Movadef). Sin embargo, si el colectivismo no instaura una larga noche para las libertades será, principalmente, por los yerros de los comunistas ortodoxos que pretendieron acelerar los cronogramas de la toma del poder, en vez de construir una base social antes de ir a la confrontación final.

Si el agonizante sistema republicano sobrevive, sin embargo, todos los problemas que sumaron para llevar al poder a los comunistas estarán presentes en la realidad política. Es decir, tarde o temprano los colectivistas retornarán y, con un poco de sabiduría y menos soberbia, secuestrarán las libertades por varias décadas.

¿Cuáles son esos problemas que están intactos? No nos cansaremos de repetirlo hasta que se convierta en un mantra que todos hayan escuchado: la ausencia de guerra cultural. En Perú y Chile, por ejemplo, la defensa de la economía de mercado, de la inversión privada, y la propuesta de reformas de segunda generación siempre tuvo diversos ejércitos defensores. Los argumentos eran tan sólidos que la izquierda se replegó y no presentó batalla ni argumentos en esos temas.

Sin embargo, dos de las economías latinoamericanas emergentes más prometedoras en el mundo soportaban la amenaza colectivista. Chile, que tenía el ingreso per cápita más alto de América Latina y una pobreza reducida al 8% de la población, cayó bajo la Convención Constituyente de mayoría comunista. Perú, que había logrado triplicar el PBI y reducir la pobreza de más del 60% de la población a solo 20% (antes de la pandemia), igualmente fue capturado por el gobierno colectivista de Pedro Castillo.

Si fuese por la economía, el crecimiento y los avances en reducción de pobreza y bienestar, entonces, no hay explicación. ¿Cómo países que han avanzado tanto pueden suicidarse de esa manera? La única explicación proviene de la cultura. No obstante que Chile y Perú tenían los sectores empresariales más poderosos del continente, la cultura, las universidades y los sentidos comunes fueron organizados por la izquierda. Es el caso de la Universidad Católica del Perú, por ejemplo, que se ha convertido en el portaaviones cultural del colectivismo se repite en Chile.

Mientras los países de la Alianza del Pacífico solo se limitaban a desarrollar la diplomacia de los tratados de libre comercio –algo necesario y fundamental–, los estados y partidos vinculados al Foro de Sao Paulo, desarrollaban una guerra cultural sin precedentes. 

La Leyenda Negra contra España –inventada por los países protestantes– era resucitada para afirmar el proyecto de las repúblicas plurinacionales en base a los muñecos de “los pueblos originarios”. Un proyecto que podría materializarse en Bolivia, Chile y Perú.

En cualquier caso, la llegada de Castillo al poder no es nada arbitraria. Es el resultado de dos décadas de trabajo cultural del progresismo. Si no se entiende que la cultura forma poder, estados y sociedades, tarde o temprano el país caerá en la larga noche del colectivismo.

Así de desquiciada es la historia de los países.

Víctor Andrés Ponce
21 de octubre del 2021

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