LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
La extraña sensación de “guerra civil”
La polarización extrema de la coyuntura
El cómputo dramático de los votos para elegir al próximo presidente de la República, en el que décimas de puntos separan a los candidatos Pedro Castillo de Perú Libre y Keiko Fujimori de Fuerza Popular, ha disparado la polarización a niveles nunca imaginados. Hay en el aire una sensación de enfrentamiento final, de lucha dramática por preservar la libertad o de posibilidad de tomar el poder y construir un sistema alternativo de varias décadas.
En ese sentido, no es una elección cualquiera, es una en la que agoniza el sistema republicano. Y cuyo resultado podría tener como consecuencia el final del orden existente y la construcción de un sistema político y económico de acuerdo a las utopías, a las ideologías, que sobreviven no obstante todos los fracasos, las muertes y la pobreza que han causado en el siglo XX y XXI.
Ahora bien, ¿por qué la sensación de una guerra final? Por la sencilla razón de que Pedro Castillo y los aliados de Perú Libre han señalado explícitamente que ellos llegan al poder para refundar la sociedad sobre nuevas bases comunistas y colectivistas. Nunca lo negaron ni lo negarán. El gran problema es que no han ganado la elección. A lo mucho están empatando en medio de irregularidades sistemáticas. Si llegaran a ganar por algunos votos, ¿cómo convocarían a una constituyente con medio país en contra? ¿Cómo decapitarían a los mandos de las Fuerzas Armadas y policiales con medio país en contra? Todo parece más que complicado.
Sin embargo, la gran apuesta de las corrientes comunistas, colectivistas y progresistas que se aglutinan detrás de la candidatura de Castillo es convertir a la calle en el protagonista principal, en el gran elector. En Chile, la calle derrumbó el modelo, no obstante sus logros económicos y sociales. En Colombia, las revueltas ponen en jaque a la república, y nadie sabe cómo terminarán las cosas.
De allí la importancia en la estrategia de Perú Libre de hablar de un supuesto fraude si las autoridades electorales cumplen con su principal responsabilidad: velar por la integridad del voto ciudadano revisando actas impugnadas y observadas, o con pedido de nulidad. Ante el hecho de que se revisará alrededor de 600,000 votos para definir al ganador de la elección, los estrategas cubanos han lanzado una campaña de terror. Aparecen videos de Bolivia en los que ciudadanos del altiplano corren con palos y gritan “!Ahora sí, guerra civil! Igualmente se escuchan audios en que un militante Perú Libre habla de la decisión de separar al sur del país de Lima y el norte del Perú si es que el JNE analiza los más de 600,000 votos no computados. Luego aparecen fotos de marchas de sacrificio en Bolivia.
Es una típica campaña de ablandamiento cubano. En realidad, Perú Libre y el Movadef son más débiles de lo que parecen. El voto del sur está muy inflado por el devastador yerro de Fuerza Popular en la organización de personeros. Sin embargo, el apoyo al movimiento del lápiz, antes que un respaldo a un proyecto bolivariano, representa la urgencia de protestar, de castigar a los políticos de Lima. De allí la emergencia de la figura del profesor de escuela, convertido en el castigador del Perú moderno, formal.
No obstante, si se trata de amenazar con una guerra civil, con separar el sur del país de la unidad territorial, a lo único que llegarán los activistas comunistas es a bloquear carreteras. Nada más. Y con extrema rapidez se aislarán de la gente y perderán todo lo acumulado.
COMENTARIOS