LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
La constituyente: el principal enemigo del Ejecutivo
Se escenifica una de las marchas opositoras de mayor convocatoria
El Ejecutivo comienza a debilitarse de gravedad, podría ser una de las conclusiones centrales del análisis de coyuntura. Una debilidad que se refleja en la multitudinaria marcha del domingo pasado exigiendo la vacancia presidencial, además de la fragmentación de la bancada oficialista, a tal extremo que un sector de Perú Libre parece deslizarse a la oposición y apostar por medidas extremas.
El Ejecutivo entonces está muy debilitado. ¿Cómo se explica el deterioro generalizado del Gobierno? Es incuestionable que los escándalos palaciegos, los nombramientos de funcionarios sin capacidades ni formación, y los anuncios de nacionalizaciones y otros despropósitos colectivistas, han derrumbado las fortalezas de la administración Castillo. El Ejecutivo –como se dice– no acierta en ninguna, excepto en el sector salud, en donde el titular ha continuado las políticas previas.
Sin embargo, el Ejecutivo no solo se ha debilitado, sino que ha quebrado todas sus alianzas políticas, que le otorgaban un mínimo de viabilidad. Hoy Perú Libre hace guiños opositores, porque el Frente Amplio y los sectores progresistas comienzan a rodear a Pedro Castillo. Todas las rupturas y las alianzas de Castillo se hacen a nivel intrauterino: es decir, desde las corrientes comunistas hasta las progresistas.
¿Por qué Castillo avanza y retrocede sin alejarse del vecindario colectivista que se saca las tripas por cuotas de poder? Una sola explicación: el jefe de Estado hasta hoy no se atreve a renunciar a la constituyente. De allí que sus posibilidades de organizar una salida solo se extiendan hasta el progresismo comunista. Si bien César Acuña de Alianza para el Progreso ha lanzado un salvavidas al Ejecutivo, ya sabemos cómo son los compromisos de ese tipo. La gobernabilidad y los salvavidas sirven hasta que la coyuntura lo permita.
La convocatoria de una constituyente, entonces, es la principal causa del desmoronamiento del gobierno de Castillo. No solo no le permite convocar a los mejores profesionales para la Presidencia del Consejo de Ministros y el Ministerio de Economía y Finanzas, sino que, igualmente, le resta credibilidad en el paso atrás que suele dar luego de avanzar dos en la agenda colectivista. Pero lo más grave: la constituyente ha detenido tres décadas de crecimiento y de proceso de reducción de pobreza. La inversión privada se desplomará en el 2022. A partir de allí solo habrá tormentas y huracanes adversos.
El proceso de vacancia que han iniciado varias bancadas en el Congreso tiene el límite del número de votos. Es evidente que en el Legislativo no hay el número de adhesiones para esa salida extrema. Sin embargo, ese procedimiento límite solo es alimentado por la convocatoria de una constituyente. No hay otra explicación.
Si el presidente Castillo pretende salvar su Gobierno y evitar el acelerado deterioro, la única salida que tiene pasa por la renuncia explícita de la constituyente y la convocatoria de un gobierno de unidad nacional. Nadie puede gobernar con una constitución anunciando que la cambiará. Y, finalmente, sin poder hacer ni lo uno ni lo otro, mientras la mayoría nacional se vuelve en contra.
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