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Keiko y los codazos en la centro derecha

Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País

Keiko y los codazos en la centro derecha
Víctor Andrés Ponce
13 de abril del 2021


Luego de conocerse que Pedro Castillo de
Perú Libre y Keiko Fujimori de Fuerza Popular pasarán a la segunda vuelta, los actores políticos deben rearmar las piezas de sus respectivos tableros –sobre todo en la centro derecha– en función de la defensa de las libertades políticas y económicas, hoy gravemente amenazadas por la propuesta de Castillo, Vladimir Cerrón y todo el eje bolivariano.

Tal como lo sostuvimos en esta columna, en la primera vuelta no solo se jugaban los resultados de la primera ronda, sino también los de la segunda y de una eventual tercera: la gobernabilidad. De allí la invocación a sacar lecciones de la guerra fratricida entre fujimoristas y pepekausas luego de las elecciones del 2016, una guerra que parió el desastre de la administración Vizcarra y todas las tragedias que hoy padece nuestro pueblo. Por falta de ideología, de programa, las derechas suelen olvidar que el gran enemigo es el colectivismo que acecha en todas sus versiones: desde el progresismo clasemediero hasta el colectivismo rural de Castillo.

En estas elecciones, entonces, hubo los codazos y las heridas de siempre en la centro derecha. Y al parecer, quedan algunas cicatrices. Pero antes de echarle una mirada es necesario una digresión para subrayar el papel de Rafal López Aliaga en esta campaña. El líder de Renovación Popular recuperó la idea de oposición en el preciso momento en que las administraciones Vizcarra y Sagasti se desplomaban con el Vacunagate. Desde el referendo pasado, la idea de oposición había desaparecido en el Perú. 

López Aliaga cometió muchos errores, pero sin esa voluntad de hacer oposición las candidaturas de Keiko Fujimori y Hernando de Soto no hubiesen avanzado con el camino despejado. Igualmente, el celeste se propuso liderar el sentimiento antifujimorista y dejó a los morados y los vizcarristas desnudos, sin gran parte de la base social del anti. Y también se apropió de la lucha anticorrupción que la izquierda solía utilizar como caballito de batalla para todas sus estratagemas. Hay enorme mérito entonces en el candidato de la ola celeste.

Mientras tanto Keiko y De Soto avanzaban serenos, con el camino libre, y haciendo guiños al centro, a los entendimientos y prudencias. Sin Aliaga eso nunca hubiese sido posible. Los jugadores habrían sido otros, los engreídos del establishment que aparecían en las encuestas y luego desaparecieron.

Sin embargo, estas lógicas en la centro derecha, al parecer, no fueron procesos conscientes por la falta de ideología que ahoga a los actores en la coyuntura del día. De allí los codazos que lanzó Aliaga a Keiko y los golpes que la candidata del fujimorismo le devolvió. De allí también los sablazos entre De Soto y Aliaga a una semana de los comicios. Ellos no se daban cuenta de que la competencia –para avanzar electoralmente– era por liderar la oposición y no la guerra entre ellos.

Una vez más, por falta de ideología los candidatos de la centro derecha se trenzaron en golpes en el preciso momento en que dos de ellos podían pasar a la segunda ronda. La guerra entre ellos fue desdibujando el papel opositor de Aliaga, y de pronto, la rabia contra el Estado fallido vino de abajo, del sur y del centro, y surgió el lápiz de Castillo.

Luego de las elecciones, Keiko solo ha convocado a De Soto. Y Aliaga le ha hecho guiños a la propuesta comunista bolivariana de Castillo, argumentando que esa propuesta es profamilia. ¿Cómo se puede ser profamilia si se pretende destruir la propiedad privada, uno de los principales atributos de la familia? ¡Cuidado!

En cualquier caso, solo vale recordar que los políticos nunca deben tener orgullo, porque ellos solo tienen objetivos políticos. La hoguera de las vanidades es para pintores y poetas solitarios.

De otro lado, Keiko, como la lideresa encumbrada de la centro derecha y del modelo económico por las elecciones, está en la ineludible obligación de convocar a todos, porque no solo jugaremos la segunda vuelta, sino la tercera, la de la gobernabilidad. Algunos dicen que la soberbia es el primero de los pecados capitales. A reflexionar, pues, por el país, los pobres y los miles de muertos por la pandemia.

Víctor Andrés Ponce
13 de abril del 2021

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