LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Izquierda y medios
Sobre el peso de este sector en los medios
En el Perú ha surgido una izquierda periodística que, por diversas razones a analizar en otro momento, tiene una presencia amplificada en los medios de comunicación. Este sector, de alguna manera, intenta representar todo lo que no se vincule con los líderes del llamado elenco estable (Keiko Fujimori, PPK y Alan García) y, en medio de algunos intersticios y con cierto pudor, trata de fomentar las candidaturas alternativas: Verónica Mendoza, César Acuña y, si las cosas no funcionan por allí, entonces, habría que empujar la nave pepekausista. En otras palabras, cualquiera menos mi enemigo.
Una de las maneras cómo se expresa esta visión que, por momentos, asume las características de una verdadera acción política, es el intento de calificar o influir en la acción del adversario. Semejante voluntad revela una enorme soberbia. Por ejemplo, al fujimorismo se le pretende señalar que si no se deshace de su primera línea de defensa (Martha Chávez, Luz Salgado y otros), de los alfiles con filo electoral, entonces, no hay un nuevo fujimorismo. El mensaje es claro: deshazte de esa guardia pretoriana para otorgarte una certificación. Veremos cómo reacciona el fujimorismo.
En el caso de una hipotética alianza entre Lourdes Flores y Alan García también se presentan resoluciones y sentencias alejadas del análisis y los enfoques que demandan el buen periodismo ante los hechos. De alguna forma a algunos les aterra la confluencia de Flores Nano con el Apra, porque la imagen democrática y predecible se agrandaría alrededor de la candidatura de García.
Es muy diferente el latigazo que ha lanzado Susana Villarán sobre Vladimiro Huaroc por haberse sumado a las filas naranjas. La señora Villarán es una política, actúa como tal, y tiene todo el derecho a que las sumas y restas crezcan o disminuyan con respecto al fujimorismo.
Pero en general la izquierda está revelando su naturaleza facciosa, su imposibilidad de reconocer el libre albedrío en el otro, su voluntad de influir en la acción de los adversarios. Todo indica que semejante conducta, semejante voluntad de pontificar, se multiplicará a la enésima potencia durante el desarrollo de la campaña electoral.
Cuando uno se detiene y analiza estos hechos resulta cada vez más curiosa la desmesurada presencia de este sector en los medios frente a la insignificancia electoral que la acompaña. Esa relación inversamente proporcional entre fuerza mediática y fuerza política se expresa en las campañas sobredimensionadas que desarrollan los candidatos que no pertenecen al llamado elenco estable. La tremenda echada de mano a la candidatura de Verónica Mendoza es un claro ejemplo de ello.
En todo caso, la presencia de la izquierda en la media empieza a convertirse en un fenómeno social, tal como alguna vez sucedió en la Francia de la Guerra Fría. La política y el estado galo se alineaban claramente con los valores y proyectos de Occidente, pero la intelectualidad podía coquetear con todos los yerros del socialismo real.
Salvando las evidentes distancias -en nuestra izquierda local no hay las lecturas de la intelligentzia francesa- es evidente que el sobredimensionamiento de la izquierda en los medios ya debe formar parte del análisis.
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