LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
No es religión, ¡es el antisistema!
La creciente polarización de la campaña electoral
Un sector de ateos ha iniciado una cruzada antirreligiosa con una serie de epítetos sacados del arsenal de la intolerancia: “fundamentalismo”, “propuestas teocráticas”, “el fin del estado laico” e, incluso, como en los peores momentos de las confrontaciones religiosas, un caricaturista publicó una caricatura con la Virgen María. Hasta hoy solo se habían utilizado esas imágenes en las redes.
Toda esta cruzada atea nace porque el candidato Rafael López Aliaga, de Renovación Popular, se ha declarado célibe, seguidor de la Virgen María, ha criticado de mala forma sobre la eutanasia e, incluso, ha revelado que se inflige ciertos castigos como los cristianos antiguos. Pero, ¿este tipo de declaraciones justifica la cruzada atea? De ninguna manera, sobre todo si comenzamos a acostumbrarnos a todo tipo de escenas: feministas radicales desnudándose en las puertas de las iglesias y artistas que maltratan la gramática y la sintaxis que tanto le cuesta alcanzar a una sociedad. Pero no solo eso: en algunos lugares también se queman iglesias y santos.
A nuestro entender la cruzada atea que contemplamos solo tiene una explicación: es la reacción en pánico de los sectores neomarxistas que se consideraban seguros para controlar el poder sin haber ganado una elección nacional. ¿Cómo explicar esta sobrerreacción? La devastación institucional, política económica y social que dejó la administración Vizcarra y el terrible error estratégico de la izquierda de vacar a Manuel Merino y encumbrar a Francisco Sagasti y el Partido Morado, simplemente, han licuado las posibilidades de la centro izquierda y de todo aquello cercano a la alianza entre la pasada administración Vizcarra y el Partido Morado.
Al margen de credibilidades y encuestas, nadie puede desconocer que luego del “Vacunagate” Julio Guzmán se ha convertido en un punto en el horizonte, y que no pasará la valla. Y muy pocos creen en el irresponsable experimento de convertir a George Forsyth en un presidenciable. En este contexto de caídas, Yonhy Lescano y Verónika Mendoza aparecen sobreviviendo a las fuerzas de gravedad que ejerce el desplome de la administración Vizcarra.
Creemos entonces que la cruzada atea en contra la religiosidad de un sector de la sociedad se explica por estos hechos. Es el intento de ocultar la devastación general que le deja la izquierda al país, no solo en institucionalidad, política, economía y letalidad de la pandemia. Es el intento también de velar la confrontación histórica alrededor de si el Perú continúa con el modelo de economía de mercado y la inversión privada o enrumba por el modelo que el Frente Amplio y el Partido Morado implementaron en pocas semanas en el poder: la creciente colectivización, desde la derogatoria de la Ley de Promoción Agraria hasta la persistencia en el monopolio estatal para importar vacunas.
Sin embargo, la cruzada atea contra la religiosidad de un sector de la sociedad ignora que más del 85% de los peruanos es creyente cristiano y que todos los ataques contra la religiosidad solo producirán el efecto contrario.
No obstante, tampoco se puede desconocer que López Aliaga también ha contribuido a esta guerra desatada por los neomarxistas. Nunca debió hablar de sus ofrendas al Absoluto, porque así lo indica la tradición católica. De alguna manera ha cometido un error al revelar los pequeños sufrimientos que se inflinge y, casi seguro, su confesor ya debe haberlo recriminado. Los católicos jamás revelan sus entregas a la Sustancia Primera.
Planteada estas reflexiones creemos que la cruzada atea y de algunos progres –que no tienen la menor idea de las encrucijadas en disputa–, simplemente amainará y retornaremos al debate de fondo: el modelo económico y social del Perú. ¿Continuamos con el crecimiento, la inversión privada y la reducción de pobreza o le hacemos caso a Verónika y Evo? ¿Continuamos con la estabilidad institucional o económica o convocamos la constituyente que propone Yonhy Lescano?
Todo indica que, por la fuerza de la gravedad que ejerce el derrumbe de la administración Vizcarra, en el Perú se desarrollará una segunda vuelta entre dos actores de la centro derecha. Veremos.
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