LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Entre la vacancia y el cierre del Congreso
En pleno Bicentenario el Perú está polarizado al extremo
Ya no se puede dorar la píldora en el análisis, como se dice. El principal efecto de la designación del Gabinete Bellido es haber resucitado el escenario institucional vizcarrista que convirtió las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo en la permanente disyuntiva entre vacancia presidencial y cierre del Congreso. Como se sabe, Martín Vizcarra logró disolver el Congreso, pero luego fue vacado sin pena ni gloria.
Ni siquiera las declaraciones tranquilizadoras del ministro de Economía, Pedro Francke, han logrado evitar este devastador panorama de colisión institucional. El congresista Guillermo Bermejo, de Perú Libre, disertando ante una reunión partidaria señaló que si no quieren al Gabinete Bellido se negará la confianza. Agregó que se designará otro Gabinete y si al Legislativo tampoco no le gusta, pues, se volverá negar la confianza y, entonces, ¡chau Congreso!
Es evidente que el deterioro institucional causado por las administraciones de Vizcarra y de Sagasti han debilitado a tal extremo el sistema republicano que las instituciones no pueden defenderse adecuadamente de una clara estrategia de confrontación y de choque. Finalmente, la llamada “negación fáctica de la confianza” –que se utilizó para cerrar el Congreso– se puede convertir en una herramienta decisiva de la estrategia comunista. Una demostración más de que todos los argumentos progresistas (desde los temas históricos y la interpretación de la Constitución, hasta los temas de género) se convierten en armas decisivas de la estrategia totalitaria en curso.
Sin embargo, la estrategia temprana de choque tiene una contradicción difícil de resolver: desde el primer día se anuncia la constituyente y el cambio de modelo que arrasaría con la condición de clase media de más de la mitad de los peruanos. De allí la explicación de las impresionantes movilizaciones ciudadanas en contra la administración Castillo, que exigen respeto a la Constitución y las libertades. O de lo contrario, vacancia presidencial.
¿Qué significa este escenario? Una primera impresión es que los estrategas de Perú Libre están acelerando la construcción de un poder propio luego de haber llegado al gobierno mediante elecciones y el procedimiento constitucional. Sin embargo, esta estrategia del “todo o nada” colisiona con un poder republicano que, mal que bien, existe pese a todos los estropicios del binomio Vizcarra-Sagasti.
Si la administración Castillo no da un paso atrás, como señala la receta leninista, es evidente que la movilización ciudadana irá en aumento hasta convertirse en un elemento definitorio de la coyuntura.
En otras palabras, Perú Libre, parece haber optado por el choque constitucional y legal para cerrar el Congreso, ignorando la movilización y organización popular que parecen avanzar desde el centro hasta la derecha. En otras palabras, mientras la administración Castillo va al choque crece el aislamiento social y ciudadano.
Al parecer, manejar el gobierno ha generado una terrible confusión entre los perulibristas acerca de la naturaleza del gobierno y del poder, algo que es fundamental en la receta leninista. Sin embargo, la estrategia bolchevique puede funcionar si es que los partidos democráticos no son capaces de mantener la unidad y seguir sumando votos en el Congreso.
Unidad, votos en el Legislativo y movilización ciudadana, comienza a ser la única fórmula para detener la ofensiva totalitaria que se dibuja en el país en pleno Bicentenario.
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