Enredo fujimorista

Un error estratégico en la campaña electoral

Keiko Fujimori ha cometido el primer gran error estratégico de campaña: ha desordenado sus fuerzas de manera absolutamente innecesaria. La carta enviada por Alberto Fujimori exigiéndole que respete a la vieja guardia en la lista congresal acompañará a la candidata durante toda la elección. Keiko tiene dos opciones, pero en ambas siempre perderá: si licencia a la vieja guardia ratificará su liderazgo, pero las fuerzas fujimoristas seguirán desordenándose. Si mantiene a los llamados albertistas sus adversarios tendrán más munición para establecer los vínculos de Keiko con su padre. En otras palabras, Keiko ha cometido un error difícil de superar en una campaña.

¿Cómo empezó el enredo fujimorista? A alguien en el comando de campaña se le ocurrió que la densidad del antifujimorismo podía disminuir en función del pasado, del debate histórico, y no del presente, de los méritos y de los logros del fujimorismo en los últimos quince años. El pasado es la gran trampa, la gran catedral de antifujimorismo, porque ese debate se recubre con pasiones e ideología mientras se relegan a los hechos.

De esta manera, Keiko, en Harvard, pretendió reescribir historias, habló de la CVR, y lanzó una serie de besos volados para la izquierda mediática. De alguna manera preparaba la resurrección del ala dura y de la carta del padre.

Si el Partido Popular (PP) habría aceptado la trampa del “debate histórico” de quienes no deseaban la transición española no habría habido ni PP ni democracia moderna en España. Quizá lo mismo pasó con la derecha chilena. Keiko aceptó el consejo sobre historias y allí están los resultados.

El único argumento que tiene el fujimorismo para demostrar que hay un nuevo fujimorismo democrático y civil es el presente, los hechos, la oposición democrática que desarrolló frente a los gobiernos de Toledo, García y Humala. El Perú avanza hacia la cuarta elección nacional sin interrupciones, un hecho histórico de nuestra democracia ahora plebeya, y el fujimorismo ha sido la fuerza de oposición en este proceso. Acaba de evitar la censura del PCM, Pedro Cateriano, y nadie le puede negar su lugar en el sueño republicano que comienza a concretarse.

Si el fujimorismo se para en sus trece, asume los hechos, y demuestra que las libertades y el bienestar del país no se explicarían sin la oposición naranja, tendrá el mundo ancho y ajeno del electorado nacional. Podrá enfrentar el antifujimorismo de izquierda y de derecha, incluso, demostrará que el vargallosismo es un anacronismo que le ha causado terrible daño a la república que comienza a construirse.

Todos tenemos derecho a equivocarnos, sobre todo, los jóvenes. Creer que la izquierda mediática bajará la guardia por una concesión histórica es inaugurar la edad de la inocencia. Si la zurda hoy no dispara contra Keiko es porque entiende que no puede evitar al fujimorismo en segunda vuelta. De allí que se haya concentrado en definir al otro animador del ballotage, disparando toda su munición en contra de García, mientras apoya a PPK, Verónica Mendoza, y ahora se sube al microbús de Acuña. Y sin las combis fallan seguirá buscando transporte. Pero más allá de los resultados, esa izquierda mediática, además, por mandato vargallosiano, apoyará a cualquiera (incluso al propio García) con tal de que el fujimorismo no gane la elección.  O, ¿no?

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Por Víctor Andrés Ponce