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Elenco estable y pesimismo

Elenco estable y pesimismo
Víctor Andrés Ponce
13 de enero del 2016

El desaliento de las élites ante las preferencias electorales

Para la izquierda activista y mediática las presentes elecciones deben ser una de las más adversas que hayan enfrentado. En pocas palabras, carecen de un candidato de convocatoria nacional y subirse a las combis y aprovechar las oportunidades es cada vez más difícil. Luego de haber participado en el convoy militar de Ollanta Humala la cosa no es sencilla.

No obstante que las preferencias ciudadanas nos indicaban que el electorado apostaba por la predictibilidad y la continuidad de las grandes líneas institucionales y económicas, de pronto, el espacio público se llenó de un denso humo pesimista. El encumbramiento de Keiko Fujimori, PPK y Alan García en el favor popular, desató sorprendentes campañas mediáticas que buscaban resucitar el antifujimorismo y el antiaprismo.

Cuando la izquierda mediática percibió que era imposible mover el peñón fujimorista concentró sus anti campañas en García. Desde otra orilla, el propio Mario Vargas Llosa también abonó al desaliento y pretendió repetir una frasecita (cáncer versus sida) del 2011 hablando de “dictadura versus corrupción”.

¿Cómo entender este pesimismo cuando la mayoría electoral parece pronunciarse a favor de mantener las grandes vigas maestras que han organizado la institucionalidad y la economía en los últimos años? La única explicación es que los pesimistas tienen vocación estatal, aman el poder, pero no hacen nada para construirlo. El ejemplo más evidente es la renuncia de la izquierda a organizar un gran partido nacional que dispute el favor de la ciudadanía.

De allí que, en el desarrollo de la campaña electoral, hayan demostrado una conducta indescifrable: apoyaron a PPK, a Verónica Mendoza, a César Acuña y algunos ensayan con Julio Guzmán. El posible crecimiento de Acuña podría ser definitivo en resolver semejantes veleidades. El programa que impulsa a los pesimistas es el anti, ya sea el antifujimorismo o el antiaprismo. Como se aprecia el anti puede servir para justificarlo todo.

La pregunta inevitable es, ¿se puede construir una comunidad política con semejantes pasiones? Si un sector de intelectuales, periodistas y políticos que, por formación y lecturas, tienen el deber de empinarse sobre las emociones o las voluntades terrenales de poder, es incapaz de cierta grandeza es muy complicado construir una democracia.

Causa enorme desconcierto contemplar a algunos liberales alentar la candidatura de Mendoza o quizá de la de Acuña solo para detener las posibilidades del llamado elenco estable (Keiko, PPK y García).

En todo caso algo radical va a suceder en estas elecciones. Si Acuña no habla y propone, el crecimiento electoral de Alianza para el Progreso se evaporará y el chotano se quedará con los crespos hechos. Si ese escenario se desarrolla la disputa estará entre las figuras del elenco estable y las cosas se aclararán: el pesimismo de un sector de la élite será el pesimismo del Perú oficial, un pesimismo que colisiona con el humor de las mayorías nacionales que han optado por mantener y consolidar la democracia, la economía, y la sociedad, que han arrinconado a la pobreza y preservan la institucionalidad como nunca en nuestra historia republicana.

Por Víctor Andrés Ponce

Víctor Andrés Ponce
13 de enero del 2016

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