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Elecciones, minorías y mayorías

Elecciones, minorías y mayorías
Víctor Andrés Ponce
14 de agosto del 2015

Cuando las minorías pretenden avanzar sin considerar a las mayorías

El desarrollo de la campaña electoral hacia el 2016 se convertirá en un laboratorio para analizar la dialéctica que existe entre las minorías y las mayorías en el país. Los clásicos de la democracia y la teoría liberal nos enseñan que una sociedad abierta es aquella donde no solo donde se expresa la mayoría sino, sobre todo, donde se respeta a la minoría. Sin respeto a las minorías la democracia se ha desbarrancado a la dictadura de las mayorías y allí están los ejemplos del comunismo y del nazismo en el siglo XX. La arquitectura de la libertad es entonces harto complejo.

Pero, ¿qué sucede cuando las minorías pretenden avanzar sin considerar a las mayorías realmente existentes? En el Perú el espacio mediático reproduce la fractura entre un Perú oficial y otro real y, muchas veces, las minorías consideran que la influencia y la agitación mediática representa el humor de la sociedad. Grave error.

Un ejemplo de este fenómeno se expresa en cómo la izquierda se ha apropiado de las banderas del matrimonio homosexual y los derechos civiles de estos sectores. Antes que defender estos derechos o los puntos de vista de estas comunidades han propiciado el enfrentamiento abierto con la jerarquía de la Iglesia Católica. En cada choque no queda la demanda del derecho invocado sino la guerra con la autoridad eclesial.

El resultado: la mayoría largamente católica del país comienza a cerrar filas detrás de la jerarquía eclesial y, de una u otra manera, empiezan a surgir grupos católicos que deciden incursionar directamente en el espacio público.

En otras palabras, antes que avanzar retroceden. Algo de eso se va a notar en las elecciones que se avecinan. Por ejemplo, creemos que los principales candidatos que aparecen encabezando las encuestas tenderán a postergar o ignorar estos debates para no colisionar con una mayoría  que se ha sensibilizado considerablemente.

¿A qué viene todo esto? El sectarismo siempre es una perpetua tentación en el país. El sectarismo intolerante surge cuando una mayoría aplasta a una minoría y se desliza a una forma de dictadura. Pero el sectarismo también surge cuando una minoría no considera la realidad de la mayoría a la que pretende persuadir. Y en vez de hacer pedagogía y demostrar la justeza de sus propuestas se desliza a la confrontación, a la negación del otro.

En realidad a la izquierda no le interesan estos temas sino la pura política, el puro poder. El objetivo es simple: dividir la natural alianza que debe existir en el Perú entre conservadores y liberales para afirmar la continuidad democrática y la economía de mercado y enfrentar la amenaza estatista. Al producir esta fractura también pretende apropiarse del ideal liberal, del ideal libertario.

Allí están las paradojas. Un chavista, un bolivariano, que no cree en las libertades políticas y económicas puede convertirse en un feroz defensor de derechos mientras desarrolla una confrontación innecesaria con la jerarquía eclesial.

Por Víctor Andrés Ponce

Víctor Andrés Ponce
14 de agosto del 2015

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