LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
El regreso de la política
Reflexiones sobre el rol decisivo de la política en la campaña de Luis Castañeda
Las encuestas indican que la política como tal podría haber regresado con todo por sus fueros en las elecciones limeñas. Luis Castañeda tiene más del 50% de las preferencias, desarrollando una estrategia que le ha impuesto condiciones a diversos actores: desde los medios hasta los consejeros del marketing y los líderes de opinión. Aparte de su participación en uno que otro programa farandulero, Castañeda no ha bailado, no ha cantado, ni ha desarrollado actividades concesivas al puro marketing.
Muy pocos candidatos como el Mudo han soportado una campaña tan intensa en contra y han salido indemnes. Quizá Fujimori en 1990 y Humala en el 2011 tuvieron la misma animadversión. ¿Por qué debemos hablar del regreso de la política? La estrategia castañedista parece haber partido de un diagnóstico correcto: el intento de Villarán de borrar de la historia a la gestión previa de Castañeda logró el milagro de adelantar la definición electoral mediante la comparación de la administración limeña actual con la anterior. Ese es el primer acierto político: el diagnóstico. Las cosas estaban resueltas antes de que empiece la campaña.
A partir de allí, Castañeda se mantuvo en silencio mientras tirios y troyanos le exigían que hablara. El diagnóstico le permitió la estrategia adecuada y solo habló cuando su equipo lo consideró necesario. Pura política. Algo más, el absurdo intento de tacharlo fue respondido con acción política clásica una respuesta frontal y con participación popular. ¿A qué viene todo esto?
Nadie quiere ser general después de la batalla, pero lo que sucede es que en el Perú la política está tan devaluada que todos creemos que los triunfos y derrotas electorales dependen de los marketeros, como si en el espacio público se colocaran marcas de chocolate. Algunos ejemplos: se ha creado un mito sobre Luis Favre y el triunfo de Humala el 2011. Si Mario Vargas Llosa y Alejandro Toledo no se convertían en las representaciones del antifujimorismo, ¿ganaba Humala? De ninguna manera. Ollanta podía cantar, bailar, cubrirse de cualquier envoltura, pero no ganaba. Lo mismo se dice de la revocatoria de Villarán. El error político de los revocadores fue no crear una figura, una representación, del sentimiento revocador. Sobre ese error insalvable el marketing pudo funcionar.
La avalancha electoral de Castañeda, pues, de una u otra manera, representa el regreso de la actividad política como tal. Ni periodistas, ni algunas encuestadoras, ni líderes de opinión, ni marketeros cambiaron un libreto político. Es una muy buena noticia para la democracia y la libertad. Cuando en una democracia la política se devalúa tanto, el equilibrio de los actores se altera. Los periodistas (entre los que nos incluimos) creen que el análisis y el comentario explican la política, los marketeros consideran que pueden reemplazar a los partidos y, en general, ángeles y demonios pretenden dar la hora en el asunto.
El regreso neto de la política es el regreso de los políticos, y la democracia la construyen los electores a través de los políticos. No hay otra manera. La política retorna y el marketero tiene que sacar el cuerpo. No se pueden comparar envolturas de caramelos con diagnósticos, con sociología, con voluntades aceradas y menos con ese instinto que viene de las tripas.
Por Víctor Andrés Ponce
(26 Seyt 2014)
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