LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
El modelo Humala
Mensaje de Fiestas Patrias acrecienta protagonismo estatal
Cuando en el discurso de Fiestas Patrias, el presidente Humala enumeraba los logros de los programas sociales, la reforma de la escuela pública, y los incrementos presupuestales en educación y salud, de una u otra manera, nos señalaba que el protagonista de “las grandes transformaciones sociales” del país era el estado.
Y cuando el jefe de estado ignoraba las causas de la desaceleración económica, la caída de la inversión privada y de las exportaciones, parecía cerrar los ojos ante el hecho de que el sector privado, la gallina de los huevos de oro, era la única explicación del crecimiento y de la asombrosa reducción de pobreza en el país.
Y cuando el Mandatario no mencionó una sola palabra sobre los proyectos mineros paralizados desde el 2010 por asuntos medio ambientales y sobrerregulaciones que suman US$ 21,000 millones, y tampoco se acordó de los conflictos sociales que bloquearon Conga y Tía María, entonces, era evidente que el gobierno nacionalista trataba de fugar hacia adelante: ignorar que se estaba asesinando a la gallina de huevos de oro.
La idea de una fuga hacia adelante era tan notoria que el jefe de estado ni siquiera se compró el relato izquierdista acerca de que el fin del super ciclo de los commodities había terminando en medio del “frenazo chino”. No, Humala prefirió no tratar el tema porque allí reside la génesis del fracaso nacionalista.
Sin embargo el Mandatario habló de inversión, no de la privada, sino de aquella en la que participan el estado y los privados. Todos debemos levantarnos a aplaudir la voluntad del Gobierno de impulsar las Asociaciones Público Privadas (APP) y las Obras por Impuestos. Claro que sí. Todos debemos celebrar que existan 28 APP que sumen más de US$ 20,OOO millones. Por supuesto.
Sin embargo, ¿cómo celebrar en exceso si estas cifras se producen en medio de una caída general de la inversión privada? El 2014 ésta cayó en alrededor del 2% y durante el primer semestre de este año las cosas empeoran.
De alguna manera hay que levantar las cejas ante el hecho de que la desaceleración económica se combina con un creciente protagonismo del estado. No creemos en dogmas para oponernos al gasto público cuando cae la inversión privada, pero esta especie de fuga hacia adelante, esta especie de endiosamiento del estado, de una u otra manera, puede preludiar los grandes debates de la próxima elección nacional.
De pronto, el gasto social explica la reducción de pobreza y no la inversión privada. De súbito, la inversión privada se cae, pero todos felices porque hay APPs donde el estado es el gran elector del privado y, de repente, la diversificación de la economía impone otra dosis de protagonismo estatal en la elección de algunos sectores ganadores.
Algo nos queda absolutamente claro. El modelo de Humala no es el modelo económico de las últimas dos décadas que, mediante un sostenido crecimiento de la inversión privada, redujo pobreza y desigualdad como nunca antes. El modelo de Humala parece tener apellido izquierdista y, de alguna forma, está emparentado con el fracaso brasileño y su obsesión con reducir pobreza solo mediante el gasto social.
Por Víctor Andrés Ponce
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