LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
El lanzamiento de Alan
Sobre la candidatura del líder del Apra para las elecciones del 2016
El lanzamiento de la candidatura de Alan García es un hecho político, un fact dirían los anglosajones, imposible de ignorar en el análisis. Si la estrategia alanista surte efecto el proceso político peruano avanzaría por unos rieles que nos obligarían a definir de manera más precisa la idea de un elenco estable de personalidades de la política que, de una u otra manera, ha terminado supliendo en algo la ausencia de partidos en la democracia peruana. Tremendo tema para una tesis. Si la estrategia alanista funciona, entonces, una segunda vuelta entre Keiko Fujimori y García estaría a tiro de cañón.
La imagen que nos deja García luego de su lanzamiento permite diversas interpretaciones. Si bien ha prometido crecer a 6 % para reducir pobreza debajo del 10% en el 2021, si bien ha hablado de que el Perú tiene que ganar la guerra del cobre reconociendo su condición de país minero, si bien ha planteado eliminar las sobrerregulaciones para facilitar la inversión privada, también ha planteado la intervención estatal para eliminar services, controlar los intereses de las tarjetas de crédito y ponerle frenos a las comisiones que cobran las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP).
En base a semejantes propuestas cualquiera podría sostener con justicia que Alan se ha colocado en la centro derecha y la centro izquierda a la misma vez. Sin embargo las concesiones al estatismo y al populismo parecen más periféricas que centrales, saludos de campaña electoral y, de alguna manera, el líder aprista ha dejado en claro que, en esta ocasión, no jugará demasiado por la banda izquierda. Veremos.
No obstante el lado político del mensaje de García merece una pausa. El líder aprista pretende superar el escenario enconado de oficialismo versus oposición y trata de permanecer por encima de esas batallas, convirtiéndose en un “candidato estadista” en base a propuestas y alternativas. De alguna forma es el único movimiento posible para superar el “terreno de demolición” al que pretenden llevarlo sus adversarios mediáticos.
Con el líder aprista en carrera las pasiones que desata el antiaprismo se exacerbaran a límites insospechados, paradójicamente, en sectores de la media que, desde tiempo atrás, han abandonado el periodismo para desarrollar formas de acción política a través de la anti propaganda.
Pero a medida que el cronograma electoral se desarrolle la paradoja se tornará más dramática. La confirmación de Keiko Fujimori como protagonista indudable de la segunda vuelta morigerará pasiones y encenderá otras. De súbito García podría presentarse como la carta más segura para detener el avance naranja y, entonces, los enemigos de ayer apretaran los puños y optarán por “el mal menor”.
Más allá de cualquier especulación sobre el curso de las cosas, pues la política es un personaje indescifrable e impredecible, el lanzamiento de García es una confirmación de que, la sociedad del anti que se había enseñoreado en el Perú luego de la caída del fujimorato, empieza a padecer males terminales. Ese anti que, de una u otra manera, es una de las causas que explica el retraso en el surgimiento de un nuevo sistema de partidos. Pero ese mismo declinar del anti nos indica también que, en la batalla final de la segunda ronda, quizá tampoco funcionará el antifujimorismo de fin del mundo.
Por: Víctor Andrés Ponce
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