LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
El Gobierno provoca a una oposición confundida
Sectores opositores comienzan a ver en blanco y negro
Horas antes del 30 de agosto, el día de Santa Rosa de Lima, patrona de la Policía Nacional del Perú (PNP), el Ejecutivo, con las firmas del presidente Pedro Castillo y el presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, envió al Congreso un proyecto de ley proponiendo que el Día de la Policía se declare como “Día nacional de las personas desaparecidas durante el periodo de violencia 1980-2000”.
Tirios y troyanos entendieron que el mencionado proyecto de ley era una provocación, casi adolescente, en busca de una nueva ola mediática. Con semejantes propuestas muchos terroristas se convertirían en desaparecidos y la policía en agresora. En el Gobierno, pues, comienzan a sentirse fortalecidos luego de que la oposición desatara una feroz ofensiva política por la vacancia, sin conseguirlo por falta de votos en el Legislativo. En otras palabras, a pesar de las investigaciones del Ministerio Público sobre supuestas redes criminales vinculadas a Palacio, después de la prisión preventiva de Yenifer Paredes, familiar directo del jefe de Estado, y luego de todas las denuncias habidas y por haber contra Palacio, en el Ejecutivo se provoca a la oposición.
¿Cuál es el significado de la provocación palaciega? Todo indica que en el Ejecutivo comienzan a sentirse cómodos con la polarización actual. Las complicaciones judiciales del entorno familiar presidencial parecen considerarse como “las bajas inevitables” de una guerra de clases. No obstante, al margen de cualquier especulación, ¿por qué en el Gobierno podría haber tranquilidad con la conducta de la oposición?
Una oposición que empieza y termina con la vacancia presidencial o la inhabilitación del Ejecutivo, sin contar con los votos en el Congreso, causaría la mayor de las comodidades en cualquier gobierno. Es como anunciar todos los fuegos sin que arda una vela.
En ese contexto, el Gobierno recibe golpes y ataques, pero empieza a correr solo por la falta de una alternativa. ¿Por qué? Los ingresos de la gente no se recuperan –no obstante los increíbles precios de los minerales del primer semestre–, no hay suficiente empleo, la canasta básica en los mercados se dispara y no hay un solo político, ni un solo partido o ninguna bancada que denuncie la situación y sindique al principal responsable: Pedro Castillo.
La oposición ha reducido la política a una campaña por la vacancia o la inhabilitación de los miembros del Ejecutivo, sin tener los votos en el Legislativo. Y todo asemeja a un capítulo en que los actores practican un suicidio colectivo. Sin alternativas frente al desastre y la corrupción de la administración Castillo, todos los golpes en contra del Gobierno terminarán victimizando al golpeado, y así está sucediendo.
En el Gobierno, pues, se provoca a la oposición porque hay comodidad. La oposición sumergida en una polarización empieza a ver en blanco y negro y, de pronto, el análisis de la realidad concreta parece difícil. Y allí viene la provocación, el juego del Gobierno de acuerdo a los manuales cubanos.
En Venezuela, Hugo Chávez y los cubanos ganaron porque la oposición perdió la visión y solo pudo ver en blanco y negro. En medio de la cruenta polaridad hasta se promovió un golpe que entronizó al chavismo en el poder por una noche, que sigue siendo trágica y larga.
La oposición democrática peruana entonces debe reflexionar.
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