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El fujimorismo en la historia

El fujimorismo en la historia
Víctor Andrés Ponce
11 de abril del 2016

Tiene la oportunidad de consolidar la democracia peruana

Otra vez el fujimorismo está en la segunda vuelta; pero esta vez con una mayoría parlamentaria de alrededor de 65 congresistas, que le permitirá controlar el Poder Legislativo. A la luz de estos resultados no se puede imaginar la actual República sin el fujimorismo; no se puede pensar la gobernabilidad, es decir, la viabilidad política de las instituciones del Estado de derecho sin el fujimorismo. A menos que pretendamos reemplazar la política y la democracia por las pasiones y la ideología.

Si consideramos que la mayoría que consigue el fujimorismo es la mayoría más contundente de la democracia pos Fujimorato, quienes suelen cultivar el antifujimorismo como identidad política deberían reflexionar si están por la guerra civil o por la democracia. A medida que el fujimorismo se consolida como actor político de la República, semejante disyuntiva se vuelve impostergable.

Contar con una mayoría holgada en el Congreso convierte al fujimorismo en protagonista privilegiado de la historia. ¿Por qué? En la hipótesis de ganar la segunda vuelta, Keiko Fujimori y el fujimorismo estarán obligados a mantener a pie juntillas el balance de poderes para honrar el compromiso con la democracia. Se deberá empoderar a la oposición en el manejo de las comisiones claves del Legislativo, si se quiere que el fujimorismo civil entierre para siempre cualquier resto autoritario de los noventa.

En la hipótesis de no ganar el ballotage, la mayoría fujimorista tendrá la obligación ineludible de convertirse en el soporte principal de un eventual gobierno de PPK para, de esa manera, consolidar la República, expandir el crecimiento, arrinconar a la pobreza y avanzar hacia la quinta elección nacional sin interrupciones. Si el fujimorismo se comportara de esa manera seguramente sería elegido en el Bicentenario del país.

Paradojas de la historia. El fujimorismo está asociado con la interrupción de la democracia en los noventa, pero una voluntad democrática sin reparos podría terminar vinculándolo indisolublemente con el sueño republicano que hoy parece materializarse.

Cuando se afirma que el Perú desarrolla su cuarta elección nacional sin interrupciones y marca un hito en su historia, no se trata solamente de palabras que se llevará el viento. Si bien la llamada República Aristocrática fue un ejemplo de estabilidad y de sucesiones democráticas a inicios del siglo XX, era una democracia que se asentaba sobre una sociedad criolla que excluía a las mayorías andinas. Hoy la República se construye con el derecho de los 30 millones de peruanos al voto y la propiedad, sin las exclusiones del siglo pasado. Por eso se dice que el sueño republicano de los próceres y de los libertadores se haría realidad por primera vez. Un sueño que hasta ahora no pudo materializarse por los golpes militares y caudillos que siempre han interrumpido nuestra democracia.

La historia suele jugar con ese tipo de paradojas. El fujimorismo, que siempre fue asociado con el autoritarismo, podría terminar convirtiéndose en un celoso guardián de la República. De alguna manera, creemos que las cosas avanzan en ese sentido. ¡Viva la República!

 

Víctor Andrés Ponce

 
Víctor Andrés Ponce
11 de abril del 2016

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