LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
El efecto VRAEM y los sectores D y E
Se levanta una ola antiterrorista a días de las elecciones
La masacre perpetrada por Sendero Luminoso en el VRAEM inevitablemente tendrá un efecto electoral. El motivo: la ola anticomunista que levantaron las clases medias al inicio de la segunda vuelta y que se agotó una semana atrás, hoy se vuelve de carne y hueso con la barbarie terrorista. La ola anticomunista de ayer entonces se vuelve ola antiterrorista, al margen de cualquier estrategia electoral y el miedo de algunos días atrás, y es posible que se convierta en un pánico desatado.
De alguna manera, pues, el triunfo político del equipo técnico de Fuerza Popular del domingo pasado –en que quedó en evidencia la falta de propuestas de Perú Libre– ha sido ensombrecido por la masacre terrorista de 16 compatriotas, entre ellos dos niños. De allí también la necesidad de seguir tajando el lápiz, como se afirma, con el señalado triunfo técnico.
Las cosas son tan evidentes que las corrientes comunistas y los estrategas cubanos, venezolanos y argentinos detrás de la campaña de Pedro Castillo, en un primer momento, pretendieron señalar que la masacre senderista era un sicosocial naranja para alterar las tendencias electorales. Ante la evidencia de que ese señalamiento era una burda maniobra, se borraron tuits y se construyó el argumento de que se trataría de un ajuste de cuentas entre narcotraficantes o de una acción de cualquier sector. La idea es sembrar la duda sobre la autoría del crimen del Sendero en el VRAEM.
¿Por qué la urgencia de esta estrategia de los pensadores bolivarianos? Por la sencilla razón de que, durante cinco semanas de campaña, la espontánea ola anticomunista repitió el estribillo acerca de vínculos entre el Movadef, Sendero, Perú Libre y Pedro Castillo. En este contexto, retorna el viejo Sendero de las masacres a poblaciones civiles. Es evidente que la tragedia puede cambiar el curso de las tendencias electorales, porque ahora la ola antiterrorista se puede palpar, tiene que ver con todas las familias, con los abuelos y padres que hoy estarán contando historias a sus vástagos educados por el progresismo en el odio al fujimorato.
Además, el terror todavía es una historia viviente en el centro del país y en el llamado trapecio andino. Es muy posible que el tema, como se dice, chorree a importantes sectores del D y E.
Sin embargo, con azares y milagros inesperados no se salvan las repúblicas. Fuerza Popular tiene la enorme responsabilidad histórica de avanzar sobre los sectores D y E con propuestas claras que permitan enfrentar el hambre de 10 millones de peruanos, la desesperación de los vulnerables endeudados hasta el cuello, y la tragedia de las poblaciones rurales que padecen la indolencia del Estado progresista, incapaz de distribuir la riqueza minera y los enormes recursos que aporta el sector privado.
De una u otra forma, la ola antiterrorista que se levanta y los mensajes para los sectores D y E pueden convertirse en los dos grandes movimientos que le permitan a Keiko superar la leve ventaja de Castillo o el virtual empate técnico que registran las encuestadoras. La República agoniza, pero se puede salvar si el comando de Fuerza Popular actúa con discreción.
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