LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
El Congreso opositor y Cateriano
Los desafíos que le esperan a la nueva conducción del Legislativo
La oposición en la conducción de la Mesa Directiva del Congreso no la tendrá nada fácil. Si desde esa ubicación ella es incapaz de restablecer puentes mínimos entre el oficialismo y la oposición, entonces, la reciente elección legislativa será percibida como una batalla más de la guerra prolongada que ha sostenido el Ejecutivo con la nueva mayoría del Congreso. Si no se pueden modificar las cosas no solo perderían los dos sectores en disputa sino la misma democracia.
A un gobierno de salida es difícil exigirle las reformas que no hizo en los últimos cuatro años. Ese tipo de demandas suenan a gritos para las tribunas. Lo que sí se le puede demandar es que el cronograma electoral se desarrolle con normalidad y, en todo caso, para cualquier contratiempo está la oposición al frente del Legislativo.
Por esas paradojas de la política lo que podría suceder es que los esfuerzos opositores por incrementar la gobernabilidad confluyan con las voluntades del PCM, Pedro Cateriano, y la mayoría de ministros. Nadie duda de que la mayoría de fuerzas opositoras está más que interesada en que se desarrolle una transición política impecable hacia el próximo gobierno. No obstante las reacciones atrabiliarias con que suele resbalarse, tampoco nadie duda de las credenciales democráticas de Cateriano.
Oposición y Gabinete, pues, podrían reconstruir los necesarios puentes derribados sistemáticamente por la conducta de la mal llamada pareja presidencial. Si una dinámica de ese tipo se produjera no solo se garantizarían un impecable cronograma electoral sino que también se podría retomar el impulso a medidas y quizá reformas que posibiliten detener en algo el desborde de la criminalidad y la delincuencia que amenaza la libertad política y económica de los ciudadanos. Algo de fondo se debería hacer para facilitar el trabajo de la próxima administración nacional.
El mismo criterio debería considerarse para afrontar la desaceleración de la economía. Si bien es verdad que los mercados solo recuperarán plenamente la confianza perdida con el nuevo gobierno, es evidente que asumir una actitud contemplativa convoca al aterrador fantasma de la recesión. De allí que una dinámica constructiva entre la oposición y el Gabinete permitiría impulsar todas aquellas medidas que posibiliten destrabar inversiones y quizá ensayar reformas que promuevan el despertar de la inversión privada.
Si esta hipotética dialéctica entre oposición y Gabinete se produjera, entonces, el espacio político no sería una acumulación de despropósitos. Revelaría una consciencia no explicitada de viabilizar la gobernabilidad que no es otra cosa que viabilizar el funcionamiento de las instituciones de la democracia. Para eso se necesita una buena política y buenos políticos.
Tremenda oportunidad para todos. Para Cateriano que ratificaría sus condiciones políticas. Para Luis Ibérico que acrecentaría su figura ratificando sus posiciones democráticas. Para el fujimorismo que tendría una oportunidad más para demostrar que existe un nuevo fujimorismo claramente identificado con una sociedad abierta. Para el aprismo que se mostraría como una fuerza longeva en asuntos democráticos. Y, en general, PPK y los demás actores del elenco del estable tendrían la oportunidad de demostrarle a la sociedad que nadie detiene el avance del Perú hacia la cuarta elección nacional sin interrupciones.
Por Víctor Andrés Ponce
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