LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Divorcio comunista y sucesión presidencial
Acerca de la renuncia de Castillo a Perú Libre
Pedro Castillo ha renunciado a Perú Libre por invitación de Vladimir Cerrón y la jerarquía bolivariana. En Perú Libre se dice ahora que van a derribar ministro tras ministro. Sin embargo, todo indica que en los temas que dividen a demócratas y colectivistas, Perú Libre y todos los epígonos que han formado bancada propia votarán como un puño cerrado. Si se trata de votar a favor de la constituyente o de una medida anticapitalista todas las bancadas colectivistas, incluidas las progresistas, votarán con sentido de clase. Y si se trata de la vacancia o inhabilitación presidencial, que no exista la menor duda de que los votos comunistas respaldarán al jefe de Estado.
En la tradición comunista existen dos conceptos: el frente único y la lucha de dos líneas (sobre todo en la maoísta). El frente único colectivista en el Perú está definido por el objetivo de la constituyente: Desde Verónika Mendoza, pasando por Perú Libre, hasta el Movadef, existe el objetivo de instalar una constituyente para organizar una democracia popular que sepulte el régimen de la Constitución de 1993 y el modelo neoliberal. Ahora bien, en el llamado frente único se ha declarado la lucha de dos líneas: la revolucionaria y la pequeñoburguesa o menchevique. Los grupos ligados a Mendoza serían entonces los pequeños burgueses y los maoístas del Movadef los revolucionarios.
Por todas estas consideraciones, la renuncia de Castillo debería ser asumida por todos los sectores republicanos y demócratas como un asunto táctico: los colectivistas estarían considerando la eventual salida de Castillo y el inicio de una nueva etapa con la vicepresidencia de Dina Boluarte. En cualquier caso, una vacancia o inhabilitación de Castillo debilitaría a tal extremo al Legislativo que, Boluarte en el poder, podría protagonizar otro capítulo de esta guerra que desangra al país.
En ese contexto, la oposición debe tener una mirada general sobre la coyuntura. No se puede avanzar sin haber definido la sucesión constitucional del jefe de Estado. Si la señora Boluarte mantiene la sucesión –de acuerdo a la Constitución– es posible que todo termine con la disolución del Congreso y la instalación de la constituyente, más allá de la desesperación y los buenos deseos progresistas.
En otras palabras, en primer lugar, la situación exige definir la situación de la señora Boluarte, quien ha acumulado varias razones para ser inhabilitada. Sobre ese presupuesto, el camino de la transición para superar la tragedia Castillo estará sobre la mesa.
Ahora bien, este tipo de decisiones –que salvarán la Constitución, las libertades y el modelo económico– demandan una enorme responsabilidad de la oposición. Un gigantesco desprendimiento de objetivos propios, una amplia convergencia de centro derechas y centro izquierdas, para evitar un nuevo fracaso de los civiles, tal como sucedió en los años ochenta del siglo pasado. Si la civilidad fracasa todo será una interrogante, incluso la peruanidad.
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