LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Del plagio a la asamblea
Sobre imprevisiones y aventuras políticas
La neblina que se había levantado alrededor de la candidatura de César Acuña por el descubrimiento del plagio de la tesis doctoral apenas se había disipado luego de la encuesta de GFK que ubicaba a Julio Guzmán en un hipotético segundo lugar. De pronto, las autoridades electorales informaron que la candidatura del nuevo aparecido, del candidato morado (copia del Podemos español), no había cumplido todos los procedimientos que establece la ley electoral.
El Registro de Organizaciones Políticas (ROP) del Jurado Nacional de Elecciones había declarado improcedente la inscripción de Guzmán. Las razones suenan a recovecos administrativos: no se había convocado a la asamblea partidaria con la anticipación establecida y en la propia asamblea no había quórum. Al margen de los errores administrativos, semejantes yerros nos revelan la precariedad de la candidatura de Guzmán. El signo sombrío de la imprevisión está allí con todas sus letras.
Es evidente que el candidato morado se ha subido a un partido cascarón que estaba disponible (Todos por el Perú) y de allí se lanzó a la aventura, a probar suerte. Si existe alguna duda sobre semejante juicio, unos días antes del impasse administrativo con el ROP se publicaron algunas fotos en la que Guzmán aparece en primera fila de un cónclave nacionalista donde Nadine Heredia fue la expositora central. El hombre estaba en primera, rodeado de polos rojos intensos. Enseguida también se conoció que Juana Maura Umasi, candidata a la primera vicepresidencia de Todos por el Perú, abrazaba con fervor a Nadine. En otras palabras, el candidato estaba frenético probando suerte.
Si bien ninguno de estos hechos, seguramente, terminarán afectando a Guzmán, sí lo vinculan con algo que puede ser fatal para el candidato morado: la sensación de imprevisión, de aventura, que parece envolverlo y que está presente en el propio discurso que desarrolla.
El problema es que los dos candidatos del llamado elenco estable (PPK y Alan García)- con posibilidades intactas de avanzar-, no parecen interesados en desarrollar esos ataques, esas esgrimas, que en la política clásica definen los escenarios. Y las inevitables “contra-campañas” se desarrollan de manera espontánea por las redes sociales y por los periodistas sensibles a los temas éticos.
En una sola semana a Guzmán se le apareció la gloria con la encuesta de GFK y un posible infierno con los temas administrativos de la inscripción electoral y las fotos del evento nacionalista. Si los políticos en campaña no desarrollan su trabajo el candidato morado crecerá o se hundirá por méritos propios.
Hasta hoy las encuestas revelan una intensa disputa por el segundo lugar de las preferencias. Pero también nos indican que el electorado está en búsqueda ante los vacíos y limitaciones de los candidatos conocidos. La primera novedad fue Acuña y la segunda es Guzmán, pero todo es frágil, volátil como un gas.
En algún momento la gente puede cansarse de buscar, de ensayar y, de pronto, recordar que esa misma búsqueda se desarrolló en el 2011 y elegimos a un jefe de Estado sin pergaminos. La abrumadora mediocridad del régimen nacionalista es la directa expresión de esa lógica.
Si el electorado percibe esa verdad que es como una catedral (no hay el político ni la frase que desvele el hecho), a lo mejor, vuelve los ojos a los conocidos, recuerda que en los comicios no se eligen a ángeles sino a hombres profanos y, entonces, regresa la hora del elenco estable. Sería lo prudente, lo sensato.
Por Víctor Andrés Ponce
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