LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
De nacionalistas a entreguistas
La unidad territorial y la cesión de soberanía a Bolivia
La propuesta del presidente Castillo de ceder soberanía a Bolivia por la costa peruana es la confirmación de que el proyecto de una asamblea constituyente es el eje político e ideológico del actual Gobierno. Una propuesta que implica fracturar la unidad del territorio nacional y derogar la Constitución Política de 1993. Es incuestionable, pues, que las ideas de Perú, de peruanidad, de integridad territorial y de patria, aparecen hoy vinculadas a la vigencia de la actual Carta Política y a la oposición a las propuestas de Castillo.
Sin embargo, vale recordar que todas las corrientes marxistas, colectivistas y comunistas, durante el siglo XX siempre se mezclaron con todas las formas de nacionalismo y populismo, con el objeto de desarrollar la agenda antiimperialista en América Latina. Era la estrategia perfecta para avanzar en el plan anticapitalista y el camino totalitario de la concentración del poder.
El nacionalismo lo permeaba todo. Recordemos, por ejemplo, la oposición de las izquierdas a las privatizaciones de los gigantes estatales que había creado el velasquismo en el Perú. Los argumentos de “vendepatria, entreguistas y neoliberales”, eran hogueras que salían de las gargantas comunistas.
Se defendía a las empresas estatales, no obstante que eran las causantes del déficit fiscal, de la hiperinflación y el empobrecimiento de más del 70% de la población. No obstante también que estaban destruyendo el Perú, la unidad territorial y convertían al Perú en un Estado fallido que todos desafiaban: desde el narcotráfico hasta diversos grupos armados que creaban zonas liberadas de la autoridad estatal.
Ahora bien, ¿dónde queda ese nacionalismo frente a las propuestas de “la república aymara” y la cesión de soberanía a Bolivia? ¿Dónde queda ese nacionalismo frente a una abierta estrategia boliviana de hegemonizar el sur del Perú, tal como sucedió en los albores de la República?
En realidad, en las izquierdas latinoamericanas nunca hubo nacionalismo, sino estrategia de poder. Todo fue un pretexto para envolver una estrategia que debe ser internacionalista para ser eficaz. De lo contrario, ¿cómo se justifican los totalitarismos sin una geopolítica regional o mundial? Por ejemplo, Hugo Chávez llegó al poder con todas las hogueras nacionalistas conocidas, pero regaló el petróleo llanero a diestra y siniestra. Hoy Venezuela está en ruinas. Con ciertas distancias, la estrategia del nacionalismo es muy similar con respecto al gas boliviano.
Hoy que todos ya sabemos que para Pedro Castillo la idea de Perú, de unidad territorial, es un asunto relativos, resulta incuestionable que la bandera nacionalista solo es un trapo que agitan los colectivistas para envolver una estrategia de poder.
En determinados momentos del diálogo con CNN, Castillo parecía más boliviano que peruano. En cualquier caso, es la conducta coherente de cualquier “militante del internacionalismo comunista que busca acabar con las fronteras levantadas por las burguesías nacionales”.
El nacionalismo o el internacionalismo para ser reales no deben limitarse a simples emboscadas de una estrategia de poder. Deben formar parte de las virtudes republicanas.
Notificados, pues, estamos.
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