LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Control comunista de precios: escasez y colas interminables
La propuesta del Foro de Sao Paulo y la nueva constitución de Perú Libre
La economía de mercado, la inversión privada, el crecimiento y el empleo se han quedado sin defensores frente a la guerra popular prolongada que les declaró el Gobierno de Pedro Castillo. Y, sorprendentemente, la economía de mercado y sus fuerzas invisibles se han convertido en opositores formidables del Ejecutivo colectivista y anti inversión.
La propuesta de la asamblea constituyente y de la nacionalización de los recursos naturales, simplemente, desplomó el crecimiento de la inversión privada. El modelo peruano se basa en la inversión privada. De allí que, en tres décadas, el PBI se haya triplicado y se haya reducido la pobreza del 60% de la población a solo 20%, antes de la pandemia. Sin embargo, ¿qué sucede si se desploma la inversión privada? Se frena el crecimiento y el empleo, y ante el aumento anual de la población económicamente activa, la falta de trabajo significa más pobreza.
En esta situación estamos gracias a la constituyente de Castillo. El ingreso promedio no se ha recuperado a los niveles prepandemia porque crecemos menos y aumenta la pobreza. El aumento de precios derivado de la invasión en Ucrania no ha podido ser absorbido por el crecimiento. Los peruanos entonces estallan y el Gobierno de Castillo entra en temblores terminales.
Como la oposición no defendió el modelo económico, el relato sobre la causa del desastre nacional está por redactarse (los yerros opositores comienzan a ser inconmensurables). En este contexto, los líderes de Perú Libre y los cascarones sindicales –sin ninguna representación– comienzan a agitar la propuesta de la constituyente y el control de precios. Sin embargo, solo se trata de propaganda porque saben que cualquier control de precios acabaría con las posibilidades comunistas en horas.
Imaginemos que, en medio de delirios y fiebres, el Ejecutivo declara el control de precios del pollo, del pan, la papa y los fideos. La pregunta: ¿En cuántas horas creen que estos productos desaparecen del mercado? Algunos calculan uno o dos días. ¿Por qué? En el acto se cortaría la cadena de abastecimiento porque ningún productor aceptaría vender a pérdidas. La cólera de la ciudadanía contra el Gobierno se convertiría en ira incontrolable y al gobierno colectivista le restarían horas.
Hoy, la falta de crecimiento y empleo, desencadena la protesta ante el incremento de la canasta básica. Si faltarán pollos y fideos es difícil imaginar la anarquía y la ira social.
En el escenario del control de precios, entonces, el único camino que tendría el Gobierno de Castillo es estatizar las empresas privadas, pero hoy carece de fuerza incluso para respirar. La estrategia de controlar los precios, pues, es una bomba nuclear en contra de sus promotores.
Sin embargo, estos delirios se proponen porque la oposición está colonizada culturalmente por el progresismo que demoniza a la empresa privada. Por ejemplo, nadie responde al argumento colectivista que suele señalar que hay oligopolios en la leche, los fideos y el aceite. Sin embargo, eso no es posible en el Perú porque el país ha firmado 22 tratados de libre comercio y cualquier oligopolio que pone precios por encima del mercado mundial (leche y trigo, por ejemplo), simplemente, sería barrido por otros importadores que, en el acto, importarían y venderían más barato.
Increíblemente la economía de mercado se ha convertido en el principal opositor al Gobierno de Castillo, pero no hay oposición que la represente.
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