LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Castillo no pudo virar al centro político
Ratificó la constituyente y sigue la polarización
Si el discurso presidencial hubiese terminado antes de que el presidente Castillo anunciara la decisión de su gobierno de convocar a una constituyente, cualquiera hubiese dicho que se trataba de un mensaje con un claro sesgo estatista e intervencionista, pero respetuoso de la Constitución y legalidad.
En este contexto, es evidente que los anuncios sectoriales en salud, minería, hidrocarburos, turismo, pesquería, entre otros, si bien estaban repletos de promesas de gasto público e intervención estatal, permitían concluir, por ejemplo, que hay un parecido con los mensajes del Humala de la segunda vuelta y los primeros meses de su gobierno. Se hubiese tratado de un humor estatista que detendría algunas inversiones, pero que no habría sido capaz de destruir la economía, como sí puede suceder con el curso de la constituyente.
Asimismo, el mensaje de Castillo hasta antes del anuncio de la constituyente parecía inclinado al diálogo y al fin de la terrible polarización que alentó el binomio Vizcarra-Sagasti. Sin embargo, el anuncio de una constituyente compuesta por los pueblos originarios, por organizaciones populares y con representantes con equidad de género –es decir, que combine un sistema de soviets con representantes elegidos por sufragio– es una virtual declaración de guerra hacia el Congreso.
Algo más. La declaración acerca de que la constituyente tiene que ser una entidad diferente del Legislativo era una manera de reclamar el poder total del Perú para los futuros constituyentes y también de lanzar la primera ofensiva contra el Congreso.
El discurso es un oxímoron, una contradicción total en sí mismo. Si se busca tranquilidad para las inversiones, el crecimiento y la generación de empleo; si se pretende que prosigan las grandes inversiones y se llama al diálogo nacional, se debía descartar la constituyente. Cualquier manual político obligaba al presidente Castillo a descartar, ocultar o postergar el tema.
El mensaje presidencial posibilita dos interpretaciones. La primera, el presidente Castillo enumeró políticas sectoriales –al margen del estatismo e intervencionismo– respetuosas de la Constitución solo para calmar las aprensiones de las inmensas mayorías que salieron a marchar en contra del comunismo semanas atrás. En ese contexto, el gobierno de Castillo comenzaría a gastar los recursos estatales a todo vapor para conseguir apoyo popular y convertir a las movilizaciones populares en “el gran elector” y forzar la convocatoria de una constituyente, tal como sucedió en Chile y se piensa perpetrar en Colombia.
Si este es el escenario, entonces, las guerras políticas previas antes de la llegada de Castillo solo habrán sido las etapas de la calistenia del partido oficial entre la continuidad de las libertades y la pesadilla autoritaria.
Existe otra posibilidad que comienza a parecer remota. Que el jefe de Estado haya planteado la constituyente para apaciguar al sector radical de su administración y dejar la propuesta en manos de un Congreso que rechazará la propuesta de plano.
En cualquier caso, todas las cosas que hemos escrito en este portal nunca estuvieron demasiado lejanas de la realidad. Sombras densas e interrogantes se levantan en pleno Bicentenario del Perú.
COMENTARIOS