LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Castillo: entre el fracaso y el sentido común
Los dilemas de una administración en naufragio
El presidente Castillo observó la ley del Congreso que confirma lo establecido en la Constitución: que todo proceso de reforma constitucional debe pasar previamente por el Legislativo. Con esta medida el jefe de Estado parece reafirmarse en la ruta de la constituyente y del radicalismo colectivista.
Sin embargo, en los últimos días el mandatario ha sostenido que sus opositores lo estigmatizaron señalando que su Gobierno buscaba expropiaciones y estatizaciones. Por otro lado, el propio Castillo y los voceros del oficialismo parecen haber desterrado la palabra constituyente de los discursos. Únicamente Vladimir Cerrón sigue verbalizando la tesis acerca de que se pretende expropiar la voluntad del pueblo con la ley que observó el Ejecutivo.
En cualquier caso, luego de varios meses de gestión y desastre nacional, el Gobierno parece ensayar un nuevo libreto, al margen de los maximalismos de la constituyente y la nacionalización de los recursos naturales. ¿Acaso semejante posicionamiento significa que el Gobierno de Pedro Castillo se mueve del extremo izquierdo? Muy difícil.
Los protagonistas de la administración Castillo comienzan a entender algo: que están poniendo a la mayoría del país en contra de ellos. Y lo empiezan a entender a trompicones. De alguna manera ninguna de las propuestas maximalistas han prosperado: plantearon la constituyente, la nacionalización del gas, la segunda reforma agraria sin agroexportaciones, y –cómo olvidarlo– las rondas urbanas de los primeros días de gestión.
Ninguna de esas propuestas se materializó por la resistencia de la ciudadanía. Si bien la gente ya no marcha en las calles es incuestionable que en el Perú existe una resistencia nacional frente a los intentos de gobernar al margen de la Constitución.
Sin embargo, el Ejecutivo ha logrado algo que parecía imposible: detener tres décadas de crecimiento y de proceso de reducción de pobreza. La inversión privada caerá este año y el crecimiento se ralentizará, aumentará la pobreza y faltará más empleo.
He aquí entonces el gran dilema del Perú: ¿Cuál es el relato que explicará por qué se han detenido tres décadas de crecimiento? Una explicación o algunas imágenes que deberán canalizar la furia de los sectores populares y las clases medias. Es evidente que las corrientes comunistas apuntarán a sentar en el banquillo de los acusados al modelo y a la Constitución. No obstante, es una narrativa que difícilmente pasará. ¿Quién detiene tres décadas de crecimiento, en medio de una trepada increíble de los precios de los minerales, en apenas meses de gestión? Parece muy difícil.
En los predios gubernamentales parece que alguien ha percibido que la economía se convertirá en el verdugo gubernamental. Probablemente por eso el presidente Castillo ahora afirma que lo han estigmatizado con las expropiaciones y está convocando, casi con desesperación, a los inversionistas.
No obstante, a estas alturas Pedro Castillo ya está cosechando todas las tempestades que ha sembrado con mano propia. La única manera de evitar el tsunami popular que se avecina por el frenazo irresponsable de la economía y la falta de empleo pasa por licenciar al gabinete de la señora Mirtha Vásquez y convocar otro de amplios sectores políticos, con ministros que inspiren confianza a la sociedad y los inversionistas.
Si Castillo no se atreve a romper con el cordón umbilical comunista no habrá estrategia que valga frente a la ira popular que se avecina por el frenazo económico.
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