LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Castañeda y los medios
¿Cómo entender agresividad mediática contra el candidato favorito en Lima?
La tacha contra Luis Castañeda, la reacción de Solidaridad Nacional y la marcha castañedista ante el Jurado Nacional de Elecciones, nos han permitido confirmar que la campaña del Mudo y su eventual elección a la alcaldía de Lima (si es que no prospera la exclusión) se desarrolla ante la indiferencia e, incluso, agresividad de un sector de la prensa tradicional. La pregunta es, ¿por qué la media que se enfrentó al proyecto autoritario del régimen actúa de esa manera? La misma prensa que se cohesionó con una gran mayoría política y social para evitar la compra de La Pampilla, la llamada “repartija”, y la intervención en los medios, hoy parece otra.
Al margen de las explicaciones conspirativas, una explicación podría ser que, en el espacio de la centro derecha, no se ha entendido la trascendencia de las elecciones limeñas y hoy se debate la tacha de Castañeda con leguleyadas más y leguleyadas menos. De alguna manera, se cree que el asunto es una elección municipal más y que no está en juego la salud de la democracia.
A diferencia de la centro derecha, la centro izquierda, siguiendo las mejores tradiciones marxistas, ha precisado de tal manera sus intereses que puede jugar y anudar el resto de intereses. En la izquierda se ha entendido que un triunfo de Castañeda, en realidad, es desbrozar el camino para que los ejércitos de Keiko Fujimori, Alan García y PPK avancen tranquilos hacia el 2016 sobre los restos del programa izquierdista. Una tacha de Castañeda a lo bestia deja el precedente justo para que algunos jueces electorales avancen a lo bruto hacia el 2016. Todas esas variables parecen estar claras en las evaluaciones de la izquierda.
Sin embargo existen otras explicaciones para entender la colisión de Castañeda con un sector de los medios tradicionales. El líder de Solidaridad Nacional ha subordinado hasta hoy a la gran prensa mediante el océano de las redes sociales. Su potencia electoral es tan evidente que la gran media tuvo que dejarse llevar. No había otra hasta ahora.
Sin embargo la conducta de Castañeda puede haber herido la soberbia del periodista (entre los que nos incluimos) que, en medio de la crisis de los partidos y el espacio público, considera que fuerza mediática es igual a fuerza política e intelectual. En las últimas décadas, ver al colega tratando de instruir al político era el pan de cada día. ¿Se imaginan a un periodista tratando de enseñarle a Víctor Raúl Haya de la Torre, a Manuel Ulloa, a León de Vivero, a Luis Alberto Sánchez, a Ernesto Alayza Grundy o a Roberto Ramírez del Villar? Suena a locura. Era enfrentarse a bibliotecas y a enormes mentes, a maestros que hacían política.
Una aproximación final al margen de las teorías conspirativas es que algunos sectores de la prensa tradicional tampoco han entendido la gigantesca revolución social que se ha producido en el país con las migraciones y la irrupción del mundo emergente. Como estamos acostumbrados a contemplar Lima a través de los acantilados de la Costanera (entre los que nos incluimos) no podemos entender la relación que Castañeda ha tejido con los sectores emergentes de la metrópoli, una relación con nuevos códigos y gestos. De alguna manera allí hierve el país de mañana y si la media no entiende esa realidad, más temprano que tarde, se transformará en una media del ayer.
Por Víctor Andrés Ponce
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