LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Castañeda, Keiko y Alan
Victoria de Solidaridad prepara la pista para que Alan y Keiko comiencen a correr
Es evidente que las elecciones de Lima representan una especie de primer tiempo del partido del 2016. De allí que llama la atención la manera cómo Fuerza Popular y el Apra asumieron la estrategia y la campaña en la capital, inclusive aceptando la posibilidad de resultados humillantes que podían tener algún efecto en las enormes posibilidades de Keiko Fujimori y Alan García en los próximos comicios.
La conducta de ambas agrupaciones contrasta con la enorme importancia que parecía otorgarle la autoproclamada centroizquierda (Perú Posible, nacionalismo y los grupos marxistas) a la candidatura de Susana Villarán a la reelección limeña. En esta geografía política sí parecía entenderse la trascendencia de los resultados electorales en la capital y solo así se explica la inclemente polarización contra el candidato de Solidaridad. Se usaron todas las armas, las lícitas y las vedadas, sin embargo, la avalancha popular de los conos a favor de Castañeda persistió y se consolidó.
Luego del intento frustrado de tachar al líder solidario y del pronunciamiento abierto de Keiko y Alan en contra de la leguleyada, el escenario electoral capitalino se dividió entre quienes estaban a favor de Castañeda y quienes estaban en contra de él. En ese panorama, de una u otra manera, Keiko y Alan aparecieron como amigos del Mudo. Así se explica que ante la debacle de Villarán y frente a los aciertos de Enrique Cornejo en la campaña, un sector de la izquierda comenzó a presentarlo como un contrapeso de García. El mensaje era más o menos así: Cornejo con buena votación pese al apoyo soterrado de Alan a Castañeda.
Un elemento más para el análisis. Las estrategias que se usaron para tratar de arrinconar a Castañeda son las mismas armas que se utilizarán para demoler las figuras de Keiko y Alan el 2016. Los sectores que trataron de dividir la elección entre “decentes y corruptos” son los mismos que se movilizarán contra las candidaturas del fujimorismo y el aprismo. ¿A qué viene todo esto?
Por leyes de la política, y quizá de la física y de la geografía, la avalancha electoral a favor de Castañeda favorecerá largamente las estrategias de Keiko y Alan, sobre todo, porque demuestra la inutilidad de las pistolas y verduguillos que suele sacar la izquierda en cada campaña. El eventual triunfo de Castañeda, pues, descorre el telón y muestra un escenario hacia el 2016 donde la posibilidad de una amenaza autoritaria se adelgaza y la alternancia democrática parece asegurarse. En otras palabras, la goleada de Castañeda favorece a Keiko y Alan, aunque también pueden entrar a la fiesta un PPK y quizá un candidato de la variopinta convergencia que apoyó a Susana Villarán.
La única amenaza a este escenario predecible proviene del triunfo de los colectivismos radicales en algunas regiones, sobre todo, en Puno y Cajamarca. Sin embargo, la experiencia nos demuestra que, para lograr convertirse en alternativa nacional, los radicalismos tienen que encontrar un liderazgo, una personalidad, o un caudillo, que los represente electoralmente. El último líder de este espacio fue Ollanta Humala, llegó al gobierno y, en medio de dudas hamletianas, viró programáticamente.
El abrumador triunfo de Castañeda, como se dice, prepara la pista para que Keiko y Alan comiencen a correr. Veremos dijo el ciego.
Por Víctor Andrés Ponce
3 Oct 2014
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